26/1/11

Chávez

Populismo, globalización, militarismo, etc. forman parte del pensamiento de Chávez, aúna esos elementos para propagarse por su querida Venezuela, la Venezuela de su loado y alabado Simón Bolívar, así como por el resto del panorama internacional.

Chávez personaje de fuerte personalidad, humorista inalcanzable, e incluso, porque no, tal vez, algo inteligente, bueno, más bien listo, ha sabido utilizar el petróleo como moneda de cambio en su política, además se ha rodeado de “grandes amigos” en su lucha contra el “Imperio Yankee” y eso le ha facilitado entrar en la cúpula de la izquierda latina, que gracias a que los EEUU han estado entretenidos en su cruzada personal contra algunos países de Oriente, han podido ascender regímenes de índole izquierdista en Suramérica, por lo que dichos regímenes han establecido acuerdos de ayuda mutua. Es el caso de Chávez, podríamos decir, que es el abanderado de América Latina.


Aún cuando las experiencias más recientes hacen del disenso un patrón de conducta regular en el campo de los asuntos exteriores, la diplomacia venezolana continúa cumpliendo con las obligaciones y compromisos adquiridos por gobiernos previos; no sin que deje de mencionarse la necesidad imperiosa de mantener incólumes las identidades nacionales o, lo que es igual, los componentes fijos de la política exterior. Así, más allá de la predisposición respecto del neoliberalismo, la globalización o el libre mercado –y su principal promotor, los Estados Unidos–Venezuela ha debido seguir negociando indefectiblemente bajo esos parámetros. Normativamente, estas circunstancias pondrían de manifiesto una tensión importante entre el carácter petrolero del país y los principios revolucionarios propugnados por sus clases dirigentes.

Sin embargo, la disociación entre estos dos factores podría suponer, hasta cierto punto, una estrategia preconcebida. Venezuela había proyectado siempre tres alineamientos centrales en su discurso oficial: el primero, referente a las relaciones de amistad con Estados Unidos, sobre la garantía del suministro petrolero; el segundo, orientado hacia la fomento de la inversión internacional; y el tercero, referido a la defensa de la paz internacional.

La clave para entender cómo se intentaba articular la distancia entre ambos elementos era plantear que Venezuela y, en general, los países subdesarrollados o del Tercer Mundo habían sido tratados con desdén y propósitos de subordinación por parte de los países desarrollados; pero si se recuperaba un tratamiento respetuoso y equitativo, el signo de las relaciones cambiaría en esa misma medida. El argumento central era que las fricciones con Estados Unidos resultaban de un quebrantamiento a la soberanía nacional y que, una vez superado este escollo, y habilitado el camino para establecer una ligazón entre iguales, las posibilidades de instituir un esquema cooperativo serían mucho mayores.

La única manera de lograr tales fines sería mediante la creación de polos de poder alternativos, en los que quedara desplazada la tradicional hegemonía estadounidense y de los productos de su dominación. Para el proyecto revolucionario de Chávez, destruir la supremacía de los Estados Unidos significaba –y aún significa– hacer escombros al sistema internacional prevaleciente. Como es comprensible, Venezuela, país de rango medio y con una influencia relativa en el mercado petrolero mundial, no posee las condiciones de fortaleza para cumplir con tan monumental cometido y menos cuando una porción importante de los países latinoamericanos se rehúsan a formar parte de tan atrevida provocación. A diferencia de Chávez, el resto de sus homólogos en el hemisferio sólo estarían dispuestos a formular observaciones que auparan un cambio en el trato de Estados Unidos hacia ellos. En otras palabras, tenían la voluntad y la responsabilidad de adoptar posiciones firmes frente a los abusos, para exigir correcciones en las conductas tendientes a provocar desacuerdos, pero nunca amparados en una confrontación permanente y agotadora.

El gobierno venezolano, por su parte, entendió que debía unirse a otros miembros de la comunidad internacional para modular su lucha en el marco de una concurrencia «natural» de intereses. La pregunta, entonces, gira en torno a la naturaleza de estos principios o puntos de conexión. ¿Constituyen la posición de un Estado o la de un gobierno? ¿Han sido construidos en función de un consenso nacional? ¿Encarnan el sentir de la patria y de su pueblo? ¿Surgen estos supuestos de una modificación sustantiva en las identidades?. Y de ser así, ¿resultan esas identidades válidas si no cuentan con el concurso de todos los sectores del país en su redefinición? Estas y muchas otras interrogantes giran en torno a la legitimidad y vigor de la política exterior.

En último término, la política exterior de Chávez ha mantenido la modalidad de dos vías, algo equiparable a lo que fuere la política de «dos manos» animada durante la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez (1989-1993): sea esto, el mantenimiento de diversas identidades en los más variados escenarios, pero con el agravante de construir una ruta alterna de corte hostil y radical. Otro elemento que se mantiene constante, derivado casi naturalmente de lo anterior, es el tradicional hiperactivismo diplomático. El Ejecutivo mantiene vigente su derecho a la máxima representación del Estado, del ius representationis omnimoda, en todas las giras internacionales y otros eventos. Y más allá de referir el depositario real de estas atribuciones, no puede soslayarse la cantidad ingente de viajes que se han efectuado desde 1999, en los cuales se ha recorrido una vasta extensión del planeta.

Encontramos, entonces, a una administración que altera las «ideas fuerza» de la política exterior: promueve una democracia participativa, propone la construcción de un mundo multipolar, esgrime duras críticas contra las tendencias globalizadotas y el capitalismo (aún cuando es parte de ambos procesos), fomenta el establecimiento de una alianza militar distinta a la fijada por el TIAR (Tratado Interamericano de Asistenta Recíproca), anima un acercamiento extremo a la órbita de la OPEP y un distanciamiento patente de los Estados Unidos. Desarrolla así una acción internacional con líneas conceptuales y doctrinarias radicales, de base no consensuada, contenido discrónico y orientación anti-occidental.

25/1/11

"Anna Christie" 1930



Dirigida por Clarence Brown, protagonizada por Greta Garbo, Charles Bickford, George F. Marion, Marie Dressler, James T. Mack y Lee Phelps.

La película fue muy popular en su época y fue además nominada a tres Oscar: mejor director, mejor fotografía y mejor actriz. Se estrenó el 21 de febrero de 1930, con una duración de 89 minutos, es un drama, un marinero abandona a su hija y ésta se dedica a la prostitución hasta que de nuevo aparece su padre.

Es la primera película sonora de Garbo, basada en la obra teatral de Eugene O´Neill (1921), ganadora del Pulitzer de teatro. En 1930 los carteles publicitarios decian: "¡Garbo habla!". Efectivamente, se estrenaba el primer film sonoro de la actriz, Anna Christie (dirigido por Clarence Brown), adaptación de la obra de Eugene O'Neil que ya había tenido una versión muda, y con Garbo en el papel de una mujer de tormentoso pasado que se enamora de un rudo marino. El acontecimiento despertó una expectación inusitada, y la Garbo superó la prueba con nota. Su transición al sonoro fue ejemplar, lo contrario de muchas otras actrices que se derrumbaron al no acoplarse bien al nuevo sistema.

La música aporta fragmentos acertados que introducen y cierran la obra. La fotografía ofrece encuadres de gran belleza (puente de Manhattan), movimientos de cámara magníficos (giro desde el puente hacia la imagen de los rascacielos, en la parte inferior aparece la barcaza de Anna) y composiciones magníficas (mesa del bar con carrusel al fondo). El guión, adaptado a la actriz, construye una narración en la que la expresión corporal tiene gran importancia. La interpretación de Garbo es extraordinaria. Su voz grave y profunda sedujo al público. Excelente intervención de Marie Dressler, en la cima del éxito a los 61 años. La dirección impone a la narración un ritmo pausado, coherente con la profundidad del drama.

24/1/11





A veces dan ganas de coger el petata y realizar un viaje de esos locos..., parando en hoteles de mierda, pegados a la carretera y entrar en bares de mala muerte. Conocer a gente peligrosa.... y sobrevivir al tiempo y con poco dinero...

Mi Quiniela de LOS GOYA 2011



Película (no es la que creo que debería ganar, para mí sería PA NEGRE, pero es la que creo que ganará)
Dirección

 
Mejor guión original
Buried - Enterrado

Chris Sparling


Mejor Producción
Cristina Zumárraga por También la Lluvia

Mejor Montaje 
Rodrigo Cortés por Buried

Diseño de Vestuario
Paco Delgado por Balda Triste de Trompeta

Cortometraje Documental

Un dios que ya no ampara

Guión Adaptado 

Agustí Villaronga por Pa Negre


Mejor Fotografía
Eduard Grau por Buried

Mejor Dirección Artística  
Edou Hydallgo por Balada Triste De Trompeta

Maquillaje/Peluquería
José Quetglas, Pedro Rodríguez "Pedrati", Nieves Sánchez Torres por Balada Triste De Trompeta


 Efectos Especiales 
Gabriel Paré, Àlex Villagrasa por Buried


 Actor protagonista (tampoco es que me haga gracia, pero sabiendo como va lo de las votaciones...)
Actriz protagonista

Actor de reparto (demasiado reñido.... TODOS son muy GRANDES)

Actriz de reparto

Actor revelación

Actriz revelación

Director novel

 
Mejor Música Original
Alberto Iglesias por También la Lluvia


Mejor Canción Original
Loving Strangers compuesta por Lourdes Hernández González para Habitación en Roma


Mejor Película Documental

María y yo



Mejor Cortometraje de Ficción

Película europea


Película hispanoamericana



19/1/11

"Don't Come Knocking" W. Wenders

Wim Wenders - Alice In The Cities (1974)

El cielo sobre Berlin. W. Wenders

París, Texas. W. Wenders

No llames a mi puerta

Según como ve las cosas en el presente, el director alemán considera que alguien que rueda películas sólo por las imágenes lo hace en beneficio propio, pues la perfección y el poder de una imagen son un concepto sumamente personal, mientras que contar una historia es, por definición, un acto de comunicación.


Otros de sus títulos destacados fueron Hasta el fin del mundo (1991), una película con tintes futuristas rodada en varios países; ¡Tan lejos, tan cerca! (1993), segunda parte de Cielo sobre Berlín en la que un ángel salva a una niña de la muerte; Lisboa Story (1995), Más allá de las nubes (1995), dirigida en colaboración con Michelangelo Antonioni; El fin de la violencia (1997), The Million Dollar Hotel (1999) y el documental Buena Vista Social Club (1999), un interesante recorrido por la música popular cubana que ayudó a revalorizar a legendarios músicos y cantantes cubanos.


Para Wim Wenders hacer cine debería ser entendido simplemente como otra forma de vivir la vida, lo mismo que dar paseos, leer el diario, tomar notas, ir en coche, o cualquier otra actividad cotidiana. Es por esto que no sorprende que sus largometrajes en ocasiones se asemejen a las escenas que estamos acostumbrados a ver diariamente en nuestro andar por las ciudades. Wenders es un cineasta que en gran parte de sus largometrajes explica la trama con las imágenes por sí solas, apostando transmitir algo con sólo mostrarlas. Lo que hace muy bien con su principal obsesión: la ciudad.


Como un buen aficionado y observador de las ciudades, Wenders considera vital a la arquitectura y el espacio urbano como elementos fundamentales para su realización, incluso más que los actores y diálogos. Una característica que define a este aclamado director alemán es que los lugares donde se llevan a cabo sus largos adquieren una singular importancia al incorporarlos como parte de la acción misma y considerarlos indispensables en el sentido que hacen a la acción posible.


"We live in the cities. The cities live in us … time passes. We move from one city to another, from on country to another. We change languages, we change habits, we change opinions, we change clothes, we change everything. Everything changes, And fast. Images above all…" Fragmento de la película "Notas sobre ciudades y ropa"

Las películas de Wenders son cuadros realizados con la cámara. Mediante imágenes y música cuenta historias que con frecuencia hablan de la falta de raíces y de la búsqueda del equilibrio interior: "Casi ningún director de cine actual ha pensado tanto en la responsabilidad de la imagen, en lo que la imagen hace con nosotros y de nosotros", consideró el jurado del Festival de Locarno, que en 2005 honró a Wenders con el Premio Especial.


Entre los premios cinematográficos de los que se ha hecho merecedor destacan la Palma de Oro de Cannes, el León de Venecia y el Oso de Plata de Berlín. Una de sus primeras nominaciones a los Oscar la obtuvo con el documental musical "Buena Vista Social Club" (1998). El drama "Llamando a las puertas del cielo" ("Don't Come Knocking") recibió 20 minutos de ovaciones en el Festival de Cannes 2005.

Desde 2006, el cineasta se ocupa también de ayudar a jóvenes talentos mediante su empresa Neue Road Movies. Su última producción, "Palermo shooting" (2008) recibió bastantes malas críticas. "Wim no hace películas que le gusten a todos. Wim hace lo que cree que es necesario", dijo de él Campino, cantante de los "Tote Hosen" y protagonista de esa cinta.
A los 65 años, cuando otros se jubilan, Wenders sigue buscando nuevos desafíos y por primera vez en su vida, experimenta con el cine en tres dimensiones. El documental "Pina", sobre el Teatro de Wuppertal y su principal coreógrafa, Pina Bausch, fallecida en 2009, llegará al cine el año que viene. "El 3D nos da la posibilidad de subir a los espectadores directamente al escenario", considera Wenders.


W. Wenders confiesa que trabaja pensando en sus amigos, en su equipo: "forman mi público inicial y trato de asegurar que la película les interese". Al resto de la gente, la imagina como parte de sus amigos, personas afines que podrán entender su propuesta.

En cuanto a los errores que un director debe cometer hay muchos y me parece que yo los he cometido todos. Pero posiblemente el mayor de ellos sea pensar que necesitas mostrar todo lo que tienes que decir. Por ejemplo, cuando se trata de violencia, nadie parece capaz de encontrar una alternativa distinta a mostrarla, aunque, en realidad, el cine suele alcanzar cuotas de máximo impacto cuando se niega a mostrar lo que está tratando de evocar. No lo olviden nunca”.



"La historia es como un río y que si te atrevías a navegar por él y confiabas en el río, el barco sería arrastrado hacia algo mágico” Wim Wenders


En 1977, Wenders vuelve a utilizar la metáfora del cine porno en
El amigo americano (Der amerikanische Freund), una película más sensible, más plástica que la anterior, donde integra una ambigua ficción policíaca a partir de una novela de la serie Ripley de Patricia Highsmith. El argumento de este film es la excusa del autor para tratar la relación existente entre Europa y América, definida por la conexión establecida entre los dos protagonistas: Jonathan, un encuadrador de Hamburgo que acepta cometer un asesinato que le servirá para asegurar económicamente a su familia tras su muerte segura, y Tom Ripley, un cow-boy representante de unos intereses de los que él mismo acaba siendo víctima. La extraña amistad de estos dos hombres se mediatiza por todos los símbolos-fetiches de la vacía y chirriante cultura americana, desde el sombrero de "cow-boy" de Tom hasta la máquina de pin-ball y todo el decorado de neón y plástico que recubre literalmente su vivienda. Sam Fuller y Nicholas Ray hicieron acto de presencia en este film.

En 1978 Wenders acepta la proposición de Francis Ford Coppola para rodar
El hombre de Chinatown (Hammett, 1982), proyecto que le llevó cuatro años de preparación y del que el autor acabó desvinculándose aun a pesar de querer borrar con él la fama de director "sensiblista" que algunos le habían adjudicado. El rodaje se interrumpió varias veces, el guión tuvo que ser re-escrito hasta cuatro veces, hubo fuertes desacuerdos con el reparto de actores... El resultado fue una terrible experiencia que el autor recuerda con amargura: "El trabajo en Hollywood está perfectamente delimitado y repartido... ¡y resulta que yo como director tengo muy poco que decir sobre el guión o sobre el montaje!". No obstante, hay críticos que defienden esta película como un efectivo homenaje al cine negro donde puede apreciarse la mirada de Wenders a pesar de todo. Lo mejor de todo este episodio es que casi simultáneamente el autor rodó Relámpago sobre el agua (Nick's movie/Lightning over water, 1979), impresionante documental sobre las últimas semanas de la vida del director Nicholas Ray, a medio camino entre el reportaje testimonial y la aproximación al personaje y al hombre con el único motivo de "mistificarlo" en sus últimos momentos.


Rápidamente el dinero necesario gracias a tres productoras independientes para poder realizar la "respuesta" a su experiencia en Hollywood. Es así como nace
El estado de las cosas (Der Stand der Dinge, 1982), una reflexión en blanco y negro sobre el cine en general y la dialéctica de la problemática americana y europea siempre presente en el Séptimo Arte. Esta artesanal, interesante y algo plúmbea película cuenta la historia de un equipo que está rodando el remake de un film en las costas de Portugal y cuyo proyecto se detiene mientras esperan el dinero del productor americano. El director de la película, el alemán Friedrich viaja entonces a Los Angeles para aclarar los motivos del paro: su encuentro con el productor se convertirá en una exposición de las posiciones encontradas entre los intereses comerciales de aquél y los del creador que siente el anhelo de su independencia y lucha por ella.

Después del excelente documental sobre
Ozu Tokyo-Ga (1983), Wenders realiza París, Texas, su film más emotivo sobre el viaje que emprenden un hombre y su hijo para encontrar a la mujer que aman. Se trata de una visión apasionante sobre América donde hay tomas totales del escabroso Oeste, reliquias del cine de John Ford y Raoul Walsh, polvorientas vías de trenes, fotografías e imágenes que comentan la ausencia de palabras, caminos y cruces de carretera "en donde uno se siente perdido como en medio de un bosque" y no sabe qué dirección seguir... Premiada en Cannes, Paris, Texas constituye el retrato de una América vista por los ojos de un europeo que acaba consiguiendo la desmitificación de su y nuestro sueño americano.

En París, Texas Wenders entendió que las historias están ahí, "que existen sin nosotros. En realidad, no hay necesidad de crearlas, porque el género humano las trae a la vida. Simplemente, tienes que dejar que te arrastren”. La película contiene algunas secuencias magistrales, como la conversación que Travis mantiene con su mujer Jane (interpretada por Nastassja Kinski) a través del cristal de la cabina de un peepshow y en la que intenta contarle lo ocurrido en su ausencia. Es entonces cuando el director culmina la etapa americana de su cine, a caballo entre la fascinación por lo estadounidense y las influencias cinematográficas de la nouvelle vague francesa, sobre todo de Godard.


Tres años después, en 1987, dirige la bellísima
Cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin), homenaje en blanco y negro a esa gran ciudad confrontada a su sempiterna realidad histórica. Wenders crea, con la impagable colaboración de Peter Handke y la inspiración de las Elegías de Rilke, un Berlín poblado por ángeles que se convierte en una declaración de amor a la humanidad, pues el realizador, a través de sus románticos protagonistas, pese a filmar las miserias humanas a través de los pensamientos que escuchamos "en off", pone de manifiesto que por más negra que sea la condición humana, esta es lo suficientemente rica como para dar envidia a los propios ángeles. El Cielo sobre Berlín es un viaje triple: a través de los berlineses, como reflejo de toda la humanidad; a través del tiempo, pues los ángeles existen desde siempre, y en todas partes ven las huellas de un pasado terrible —el nazismo, la guerra, el exterminio judío—; y el de Damiel, el ángel protagonista que decide convertirse en hombre para conocer por fin lo que es la existencia humana, con todas sus alegrías y sus miserias. Este recorrido, sumamente lírico, de formas estilizadas y de espíritu metafórico, congenia la madurez plástica de un Wenders que retrata Berlín a vista de ángel y de un Handke que dota al film de los mejores diálogos.


El dolor que padecen los ángeles al sufrir las desgracias humanas alcanza su máximo auge en la escena en la que Otto no puede evitar que un joven se suicide, un acto que tendrá su reflejo en la incomprensible secuela del film, Tan lejos, tan cerca (In welter Ferne, so nah!, 1993), entonces Cassiel se transformará en humano cuando decida salvar a una niña que cae al vacío.

«Cuando el niño era niño caminaba relajado. Quería que el arroyo fuera río. Que el río fuera torrente y que este charco fuera el mar. Cuando el niño era niño no sabía que era niño. Para él todo era divertido y las almas eran una. Cuando el niño era niño no tenía opiniones ni costumbres. Se sentaba en cuclillas y se escabullía de su sitio. Tenía un remolino en el cabello y no ponía caras raras cuando le fotografiaban .» Este es el poema con el que empieza y acaba el film.



"Creía que tenías miedo a las alturas No le tengo miedo a las alturas, le tengo miedo al suelo" Paris, Texas (1984)

Hoy quisiera hablar de uno de los muchos maestros que tiene el cine, porque el cine es una niño aún, y queda mucho por hacer, aprender y enseñar. Tiene que crecer, hacerse adulto.

Él es
Wim Wenders. Afirma que "hay dos manera concretas de aprender a hacer películas. La primera, por supuesto, es hacerlas; la segunda es escribir críticas”.


Alemán nacido en Düsseldorf en el 45, estudió curiosamente medicina y filosofía, e incluso, llegó a plantearse meterse a sacerdote (menos mal que no lo hizo! ya que si no, no podríamos disfrutar de su genio!). Realizó sus estudios de cine en Múnich. Entre 1967 y 1970 realizó varios cortos y su primer largometraje,
Verano en la ciudad (1970), donde a través de un paseo por ambientes urbanos hace un boceto de lo que será su filmografía posterior: la constante búsqueda de la identidad mediante el viaje; las referencias que denotan una mezcla de atracción y repulsión hacia América; los obstáculos que supone la incomunicación y la soledad, y la esperanza en el éxito de las relaciones humanas. Cinéfilo apasionado y asiduo espectador de filmoteca, cultivaba ya en esos años la crítica cinematográfica en Filmkritik y en el diario Süddeutsche Zeitung.


"Temática, estilística y geográficamente, el cine de Wenders está dislocado entre dos culturas: la de Goethe y Heidegger, y la de Ray y Ford; la crisis de identidad que sus figuras experimentan en sus distintos filmes y la crisis del propio cine constituyen su intento concomitante por hablar, aprender y reinventar un lenguaje cuya sintaxis tradicional tiende ahora más y más a la insignificancia." Timothy Corrigan en New German Film, The displaced image.

Gracias a las estructuras colectivas establecidas por los jóvenes cineastas de Munich mediante la Filmverlag der Autoren, Wenders realiza a partir de un libro de Peter Handke -escritor que ejercerá una penetrante influencia en su cine- la parcialmente interesante
El miedo del portero al penalty (Die Angst des Tormanns beim Elfmeter, 1971), donde en un paisaje sombrío un personaje que ha cometido un asesinato sin motivo aparente pierde poco a poco todo interés por la sociedad que le rodea y su propio destino. A este relato sobre la desaparición progresiva de la identidad le sigue el film más impersonal del autor: La letra escarlata (Der Schalarchrote bunschstabe, 1972), producido por Elias Querejeta. La experiencia resultó tan amarga que el mismo Wim se prometió desde entonces "no volver a filmar nunca más una historia donde no aparezcan autopistas, gasolineras o cabinas telefónicas". Es así como da lugar a un tríptico que la crítica considera la cumbre de su cine: Alicia en las ciudades, Falso movimiento y En el curso del tiempo, todas ellas protagonizadas por el actor Rudiger Vogler.

Alicia en las ciudades (Alice in den Städten, 1973) desarrolla el tema de la amistad a través del viaje entre un periodista y una niña de nueve años que casualmente se ve obligado a acompañar desde New York a Holanda, prosiguiendo posteriormente el viaje hasta la comarca del Ruhr donde supuestamente se encuentra la abuela de la pequeña. Una de las cosas que más llama la atención del personaje encarnado por Vogler es la confusión profesional e intelectual que sufre en EEUU, donde se ve incapaz de escribir un artículo que le han encargado y sólo puede hacer fotografías con su Polaroid, imágenes "que nunca te muestran lo que realmente has visto (...) En USA perdí mi orientación: todo lo que me podía imaginar eran cosas en movimiento". Con ello, Wenders representa a un hombre que busca una realidad cuya percepción se le escapa a causa de sus constantes dudas. Por su parte, Falso movimiento (Falsche Bewegung, 1975) es una película difícil y casi metafísica en torno al viaje que realiza un escritor en busca de su propia identidad desde el norte al sur de Alemania, encontrando a su paso diversos personajes a quienes une la soledad y la imposibilidad para relacionarse. Los contactos y diálogos que tienen lugar entre las figuras de este film son bastante complejos y delatan un fuerte trasfondo político, histórico y social que origina una visión bastante densa de la República Federal alemana y sus fantasmas.

La obra con que culmina el tríptico wendersiano es
En el curso del tiempo (Im Lauf der Zeit, 1975-76), dedicada a Fritz Lang, rodada en blanco y negro, sin guión previo y con una duración de tres horas. Aquí asistimos a las relaciones existentes entre un técnico en proyectores de cine que vive en un camión y un psicolingüista especializado en la infancia a quien recoge tras una extraña tentativa de suicidio. Ambos emprenden un viaje a través de la frontera que separa las dos Alemanias para visitar diversos cines del lugar. Se trata de una bella parábola acerca del sueño del Séptimo Arte y la necesidad de encontrar nuevos lenguajes, nuevas formas de expresión: "Soñar era escribir en círculos... Siempre estaba pensando y escribiendo la misma cosa, una y otra vez, incluso cuando despertaba..., hasta que tuve la idea en el sueño de usar otro tipo de tinta..., y con la nueva tinta pude de repente pensar y ver algo... y escribir...". No obstante, encierra a la vez una pesimista reflexión en torno a la muerte del cine: "Es mejor que desaparezca el cine antes de que exista uno como el actual", llega a decirse. Lástima que el propio Wenders no se aplicase la sentencia a tenor de los resultados de sus últimas películas... Igualmente curiosa resulta la utilización que el autor hace del cine porno como exponente metafórico de la dominación perpetrada por el cine americano sobre las demás cinematografías ("Los americanos han colonizado el subconsciente"). Así, encuentran a un anciano propietario con el que hablan sobre Los Nibelungos de Fritz Lang y la sustitución de las películas clásicas por los productos en bloque que ofrecen las distribuidoras americanas, compuestos generalmente por films "porno". Además del cine, la música rock está muy presente en el film y servirá a los dos protagonistas para alcanzar algunos momentos de acercamiento interpersonal que otros personajes del cine de Wenders no tuvieron. Una de las escenas más destacadas de En el curso del tiempo, es aquella en que los dos hombres ofrecen un espectáculo improvisado de sombras chinescas a un grupo de niños: se trata de una secuencia muda que transmite el deleite de quien apuesta por la poesía que aún es capaz de irradiar la iconografía pura en unos tiempos donde la industria de los sueños y la televisión han reducido las imágenes a un vómito publicitario, impersonal y aséptico.

Días de Cine: Godard

18/1/11

Quique González - Romeo y Julieta

Apocalypse now - The doors - The end

Suicide

Ayer recibí una triste noticia: "otro chico joven, de Ciempozuelos, se ha suicidado". Mi madre no supo decirme quién era el chico, sin embargo, hoy he tenido la desgracia de saber quién era. Fue pareja de una de mis amigas de Ciempo..., a pesar de que a él no le conocía casi, me ha dolido mucho porque he visto a mi amiga destrozada, ha sido un mazazo para ella.

Cómo habrás percibido en la primera frase "otro joven se ha suicidado", y es que hace un mes o dos, otra chica joven se colgó por amor, por soledad. Da igual, el caso es que dejo su vida. Por eso me pregunto qué puede pasarle a la gente para que haga eso.

Yo misma hace once años lo intenté. No tenía ganas de vivir. Tenía un dolor enorme en el pecho que me desgarraba. Mi vida se había vuelto un infierno. Mirar a mi madre era como mirar al demonio. Así todo, sobreviví a ese episodio y me alejé de lo que realmente me mataba. Tuve otra oportunidad, formé parte de una familia que me ha robado el corazón..., que haría cualquier cosa por ella.
Por un lado puedo entender, que no compartir, el dolor que supone llegar a la conclusión de que es mejor estar muerto que vivo.

Según la RAE:

Suicidio.

(Voz formada a semejanza de homicidio, del lat. sui, de sí mismo, y caedĕre, matar).

1. m. Acción y efecto de suicidarse.

2. m. Acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la realiza.

3. Quitarse voluntariamente la vida.


El abate François Desfontaines en 1735 fue el primero que se refirió en estos términos para aquél que se mataba por sus propios deseos. Para muchas religiones el suicidio es pecado, sobre todo religiones monoteístas, en cambio en religiones orientales forma parte de algo "bueno", sirve para evitar humillaciones, o incluso, estados de dolor.
Es curioso porque los mártires, según sus religiones, no se suicidan, si no que se sacrifican por un bien mayor.


Suicidio colectivo. Badung Puputan (1906)

A lo largo de la historia ha variado la actitud de la sociedad hacia el acto del suicidio, sus formas y su frecuencia.

En la Europa Antigua, sobre todo en el Imperio Romano, el suicidio estaba consentido y hasta era considerado como un acto honroso; por esta razón los antiguos romanos admitían muchas razones legítimas para su práctica. Después, varios de los primeros concilios de la Iglesia Cristiana decretaron que aquellos que cometieran suicidio, no se les podría aplicar los rituales de la iglesia tras su muerte. En la edad media, la Iglesia Católica Romana consideró expresamente esta práctica y lo tomó como un pecado.

En las legislaciones medievales se ordenaba la confiscación de todas las propiedades del suicida y el cadáver sufría todo tipo de humillaciones. En la actualidad, desde el punto de vista religioso el suicidio es considerado como una mala acción, debido a que el ser humano no tiene derecho a quitarse la vida de Dios le ha dado, y está condenado por el Cristianismo, Judaísmo e Islamismo. Desde el punto de vista jurídico y de los derechos humanos hoy el suicidio, se considera por muchos como un derecho.

En 1897 Durkheim postuló que el suicidio era un fenómeno sociológico más que un puro acto de individualismo. Lo consideraba como una consecuencia de una mala adaptación social del individuo y de una falta de integración. Este autor identificó cuatro tipos de suicidio: Suicidio Egoísta, Altruista, Anómico y Fatalista. Estos se sucedían como consecuencia de determinadas condiciones sociales. No obstante, la tendencia actual considera al suicidio desde el punto de vista psicológico en lugar de una perspectiva moral.

El sociólogo francés Émile Durkheim en su obra El suicidio (1897), señala que los suicidios son fenómenos individuales que responden esencialmente a causas sociales. Las sociedades presentan ciertos síntomas patológicos, ante todo la integración o regulación social ya sea excesiva o insuficiente del individuo en la colectividad. Por tanto el suicidio sería un hecho social.

Durkheim comienza su estudio con una definición de suicidio como: «Todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un acto positivo o negativo realizado por la víctima misma y que, según ella sabía, debía producir este resultado». Ejemplo de un acto positivo: dispararse en la cabeza; ejemplo de un acto negativo: rehusar a ingerir cualquier medicina hasta dejarse morir.

Durkheim distingue tres clases de suicidios:

1. Suicidio egoísta, típico de sociedades donde el individuo carece de integración social.
2. Suicidio anómico, característico de falta de regulación social (anomia), existe una falta de normatividad en tanto que las normas sociales no son interiorizadas como propias por parte del individuo.
3. Suicidio altruista, característico de sociedades con alto grado de integración social, el individuo se suicida por su sensación de pertenencia a la sociedad. Se mata por ella, un claro ejemplo son los kamikazes.
4. Suicidio fatalista, cuando el individuo no ve otra salida posible. Un ejemplo puede darse en las sociedades esclavistas, o incluso por cuestiones sentimentales y amorosas.

La gran pregunta es si nosotros, los demás que aún seguimos en vida, podemos, debemos y tenemos la capacidad de reprochar al suicida su muerte.

Algunos suicidas conocidos:
- Aníbal
- Marco Antonio
- Boudica
- Cayo Casio Longino (asesino de César)
- Catón el Joven
- Cayo Servilio Glaucia
- Leslie Cheung
- Apio Claudio Craso (cónsul 471 a. C.)
- Cleómenes I
- Cleopatra VII
- Cneo Calpurnio Pisón (cónsul 7 a. C.)
- Cneo Domicio Corbulón
- Publio Cornelio Dolabela
- Fedra
- Martha Gellhorn
- Charlotte Perkins Gilman
- Cayo Sempronio Graco
- Hitler
- Judas Iscariote
- Nerón
- Nick Drake
- Níobe
- Leila Pahlevi
- Matti Juhani Saari
- Sansón
- António Soares dos Reis
- Séneca
- Mariano José de Larra
- Mateo Morral
- José Manuel Urtain
- Jesús Rollán
- Jonathan Brandis
- Bill Cody Jr.
- George Eastman
- Jerry Hadley
- Phil Hankinson
- Eric Harris y Dylan Klebold
- Marvin Heemeyer
- Ernest Hemingway
- Abbie Hoffman
- Robert Ervin Howard
- Jean Seberg
- Anne Sexton
- Inger Stevens
- David Strickland
- Hunter S. Thompson
- John Kennedy Toole
- Tyler Clementi
- Sylvia Plath
- Jean Eustache
- Dalida
- Paul Lafargue
- Karen Lancaume
- Nicolas Leblanc
- François Lemoyne
- Max Linder
- Dora Carrington
- Jeremiah Clarke
- Ian Curtis
- Virginia Woolf
- Kurt Donald Cobain

16/1/11

Secret Sunshine - Trailer

Inaugurar este blog no es nada fácil. En realidad este blog lleva tiempo vacío, lleva mucho tiempo..., es como un pozo muy profundo, lleno y vacío a la vez.

Es díficil enfrentarse a sus propios miedos... y esto es lo que a mí me pasa, lo que significa el pozo.



El pozo tiene mierda y hay que retirarla, pero ya sabemos que la mierda huele... y huele mucho, procuraré hacerlo con cuidado, sin miedo.