24/3/11

Double Indemnity. Billy Wilder



Película basada en una novela de James M. Cain. Con guión de Raymond Chandler ("Extraños En un Tren", "El Sueño Eterno") y Billy Wilder ("Con Faldas y A Lo Loco", "El Apartamento"). Siete nominaciones al Oscar, incluyendo película, director, actriz (Stanwyck), guión.

La acción tiene lugar en LA entre finales de mayo y el 16 de julio de 1938. MacMurray es un vendedor de seguros que, en connivencia con Barbara Stanwyck, elabora un plan para asesinar al marido de ella y quedarse con el dinero de su seguro. Obra cumbre del género, uno de los ejercicios de suspense más fascinantes de todos los tiempos.

La película enfrenta a un hombre honrado, pero débil, con una mujer fuerte, sin escrúpulos, que aprovecha su atractivo personal para engañarlo, manipularlo y utilizarlo despiadadamente. Es destacable la sordidez de la historia, centrada en la ejecución de un crimen con premeditación, frialdad, desprecio por la vida humana, codicia y alevosía.

El papel del protagonista masculino de la película, el agente de seguros Walter Neff, le fue propuesto por Wilder al actor George Raft, quien se negó a interpretar a un asesino. Su siguiente elección fue Fred MacMurray, un actor de la Paramount especializado en películas musicales. A pesar de sus reticencias iniciales, terminó por aceptar. Para el papel de la protagonista femenina, Phyllis Dietrichson, escogió a Bárbara Stanwyck. La actriz también tuvo sus dudas ante el desafío que para su carrera planteaba interpretar a un personaje tan odioso, pero, según ella misma recordaría varios años después, se decidió cuando Wilder apeló a su orgullo, preguntándole : "¿Eres una actriz o un ratón?" Wilder tuvo la idea de que, para mejor representar el tipo de mujer fatal que exigía el guión, Stanwyck llevase una peluca rubia. El director de fotografía John F. Seitz recuerda un comentario del jefe de producción de la Paramount, Buddy DeSylva: "Hemos contratado a Barbara Stanwyck y aquí tenemos a George Washington".

Narrado en flashback con voz en off de Fred MacMurray, con su confesión, en un personaje que en principio iba a ser para Dick Powell o George Raft, la película cuenta con dos partes claramente diferenciadas. La primera escena detalla la atracción sexual, el plan del homicidio y la posterior ejecución del crimen, mientras que la segunda narra la investigación del siniestro por parte del astuto perito de la compañía de seguros (un sensacional Edward G. Robinson), en la que se dibuja con habilidad la angustia sufrida por los personajes involucrados en el crimen (en especial por parte de MacMurray) ante el temor del descubrimiento del asesinato y el consiguiente fraude.

Wilder utiliza los dos recursos más deliciosos del cine negro: el flashback y la voz en off. Con el primero articula la historia contándonos el final en el minuto 5 (I did it for the money, and for a woman, and I don`t get the money, and I don`t get the woman…”), lo que sumerge en la amargura al resto del relato; y con el segundo nos introduce en los pensamientos, sentimientos y reflexiones más profundos del protagonista. Son para enmarcar el primer encuentro de los protagonistas, cargado de erotismo, la tensa escena de la puerta y los pequeños detalles, como la pulsera del tobillo de la Stanwyck, el enano infalible o las cerillas.

El espectador queda con la sensación de que los verdaderos motivos que mueven el comportamiento perverso de los dos protagonistas no quedan explicados de modo justo y cabal.

El personaje femenino, de una frialdad ofuscadora, caracterizado por una espléndida Barbara Stanwyck, con una peluca rubia platino y una pulsera en su tobillo, pasó a engrosar la lista de las mejores femme fatales que ha conocido el séptimo arte.

Desde el principio el espectador conoce quién es el asesino, pues la película comienza por el final de la trama y con un flashback se explica la historia. Este hecho incide en la recepción de la película, ya que lo que le interesa al público no es quién ha matado al señor Dietrichson, pues ya lo sabe, sino cómo se ha planeado el crimen y, sobre todo, por qué Walter Neff no ha conseguido ni el dinero ni la mujer, tal y como él mismo afirma al comienzo. Así, no hay grandes sorpresas a lo largo de la película, ya que ocurre todo de forma gradual, con intriga, pero avanzando poco a poco, deteniéndose en la contemplación de la belleza, las emociones, la crueldad,…

Se llegó a rodar un final alternativo en el que el protagonista es conducido a la cámara de gas del cuál sólo de conservan algunos fotogramas. Este final le pareció demasiado moralista a Wilder que afortunadamente optó por algo más poético, el protagonista arrastrándose hasta el umbral de la puerta, donde se da por vencido y busca, pero no encuentra, una cerilla que finalmente le ofrece su amigo…

El cine negro es el resultado de una doble influencia: por un lado, las novelas hard-boiled que habían tenido su gran eclosión en la década de los treinta, inspiraban una gran parte de los guiones de estos films; por el otro, la estética de estas películas remitía de manera directa al expresionismo cinematográfico alemán que ya había dejado su huella en el género de gángsteres de los años treinta. A este respecto, no es casual que gran parte de los directores de los grandes films del género de mediados de los cuarenta, fuesen inmigrantes europeos, entre los cuales estaban Fritz Lang, Otto Preminger, Michael Curtiz, Robert Siodmak o Billy Wilder. El género negro es aquel del que nos habla Raymond Chandler en su ensayo The simple art of murder”, aquel que surge de callejones oscuros y rincones ignorados por conveniencia y que trata del asesinato como frustración del individuo.

El guión que Chandler y Wilder escribieron (entre alguna discusión que otra), conseguía incluso mejorar la magnífica novela de Cain. Hasta el mismo escritor reconoció que le hubiera gustado que se le hubieran ocurrido algunas de las cosas que ahora añadían los guionistas, como la confesión de Neff. Los magníficos diálogos entre los protagonistas nos recuerdan que a veces un personaje puede ser mucho más atractivo por lo que piensa que por lo que dice. Los personajes del cine negro nos obligan a leer entre líneas, a intentar fisgonear en su negra alma a través de unas palabras vacías de sentimentalismo explícito y falsa moral. La mordacidad de los diálogos es realzada, si cabe, por la excelente interpretación del trío de actores elegido (mención aparte de los secundarios, Jean Heather en el papel de Lola Dietrichson y Byron Barr como Nino Zacchetti que a no consiguen estar a la altura de sus excelentes compañeros).

El director de fotografía John F. Seitz sentó las bases y el estilo visual característico del genuino cine negro. La iluminación olvida absolutamente el glamour imperante en el cine del momento para crear un juego de contrastes que consigue la perfección en la escena en la que Phyllis y Walter se disparan. Phyllis espera a Neff en el sofá de su salón, sólo iluminado por la luz que se filtra entre las láminas de la persiana. Walter cierra las ventanas justo antes de que Phyllis le dispare: la oscuridad total invade el alma de los dos personajes, quienes ya sumidos en el más profundo amor/odio, intentan matarse mutuamente. El estilo visual de Seitz consigue crear una atmósfera cargada y agobiante, la misma que Neff destaca cuando describe el interior de la casa de los Dietrichson, polvoriento y con olor a cigarros consumidos la noche anterior. Seitz logró con Wilder una de las fotografías más bellas del cine negro. La capacidad de evocación que tiene el tratamiento de la luz en Double Indemnity va más allá de lo habitual hasta el momento. Recoge una fuerte influencia del expresionismo alemán de Fritz Lang y Murnau. Si el rostro refleja el alma de cada persona y ésta es en realidad un laberinto imprevisible, la luz debe huir del semblante. Este tratamiento del rostro como el negativo de una fotografía es un prodigio de expresividad y de efectividad respecto al espectador.

Los decorados de Hal Pereira no podrían funcionar mejor. Magníficas son las escenas en el supermercado, lugar perfecto en el que poder cruzar algunas palabras ante ciegos y anónimos testigos, los cuales llenan su cesto sin advertir que a su lado urden su plan dos asesinos. La casa, de estilo español algo anticuado y cuyo salón recargado de muebles acompaña el aire opresivo de la sala. Y la oficina, con su doble nivel que separa los despachos de los jefes del patio de mesas de los simples trabajadores .

La música de la mano de Miklós Rósza, que aunque pueda resultar en algún momento un tanto agresiva y estridente, acompaña a la perfección el aire corrupto del film y embellece por otro lado las escenas más amargas, (Walter cierra la ventana en el salón de Plyllis pues no puede soportar la música dulce que viene de la calle).

George Eastman: ese gran hombre!

De Eastman es el famoso lema "Usted apriete el botón que nosotros hacemos el resto"; sacó la primera cámara al mercado apta para todos los públicos.

A los 20 años, tras una infancia díficil sacando hacía adelante a su familia, con los ahorros que tenía comenzó su interés por el mundo de la fotografía.

En 1877 comenzó su carrera fotográfica al descubrir la fórmula por la que, al aplicar una emulsión de gelatina al cristal para hacer placas fotográficas secas, se obtenía de ellas una mayor sensibilidad y versatilidad que con las anteriores placas húmedas. Formó entonces la Eastman Dry Plate Company, con el fin de comercializar sus innovaciones. Buscó, asociándose William Walker, fabricante de cámaras fotograficas, un método fácil y económico de captar las imágenes.

En 1884 Eatsman fabricó la primera película en carrete de 24 exposiciones. En 1888 lanzó al mercado otro aparato revolucionario de pequeñas dimensiones (18cm de largo) que estaba provisto de un cargador de 100 exposiciones. Dotado de un foco fijo y una velocidad de obturación de 1/25 segundos. Después de realizar el último disparo, se enviaba a la casa, que revelaba las 100 fotos y recargaba de nuevo la máquina con otro carrete.
Las cámaras costaban unos 25 dólares.

En 1891 inventó la primera película intercambiable a la luz de día. De la película sobre papel se pasó en 1889 a la película celuloide. En 1892 fundó la Eastman Kodak Company, una de las primeras empresas en fabricar material fotográfico en serie.

Fue la primera empresa que implantó los servicios sanitarios y que repartió los beneficios con sus empleados. Además de inventor, se le puede calificar de tecnólogo, organizador, líder y sobre todo filántropo, ya que donó todas su pertenencias, más de 100 millones de dólares a instituciones médicas, artísticas, educativas y científicas. Inventó, además, la cámara Kodak Brownie en 1900, en 1923 la cámara de cine de 16 milímetros Cine-Kodak y en 1932 la cámara de 8 milímetros.

21/3/11

Medicina Popular (IV): amuletos y plantas medicinales.

 Llamamos amuleto a cualquier objeto empleado con fines mágicos. Con frecuencia suele ser una piedra, o un trozo de metal, con una inscripción grabada. Se lleva normalmente colgado del cuello para protegerse de la enfermedad o la brujería. Los antiguos egipcios usaban amuletos en forma de collar. Entre los griegos recibía el nombre de phylaktērion. Los amuletos judíos, tiras de pergamino que contenían pasajes de la Ley, eran empleados por la Escuela Farisaica como símbolos de piedad, pero también se usaban para protegerse de los malos espíritus o alejar la desgracia.

El uso de amuletos pasó a la Iglesia cristiana con la inscripción de ichthys (en griego ‘pez’), nombre que contenía las iniciales correspondientes a las palabras griegas de Jesucristo, Hijo de Dios, El Salvador. Los gnósticos usaban piedras abraxas, gemas que llevaban inscrita esta palabra griega. Los amuletos se convirtieron en un objeto tan común entre los cristianos que en el siglo IV se prohibió al clero su fabricación o uso bajo pena de quedar privados de sus órdenes sagradas; en el año 721 el uso de amuletos fue condenado de forma solemne por la Iglesia. Con el desarrollo de la astronomía árabe, el amuleto astrológico, o talismán, se hizo cada vez más popular. El uso de amuletos es una práctica casi generalizada en todo el Oriente Próximo.

Los amuletos, en general, son objetos que en virtud de una cualidad inmanente tienen el poder de proteger al portador de ataques sobrenaturales. Se distingue, según Salinas, entre amuletos profanos (de origen musulmán o judío) y religiosos.

Las pulseras de coral, las higas o manos de Lourdes poseen cualidades que desvían la mirada. El ajo es recurso también para mantener alejadas a las brujas y las malas influencias. Suelen aparecer como un componente entre otros del saco de amuletos, que se cuelga al cuello con un cordón.

Los dientes y la mandíbula del erizo dan miedo y ellos hace que el portador tenga una relación mágica, solían utilizarlo para fomentar el crecimiento de los dientes. El efecto ahuyentador de las mandíbulas y las garras de animales se basa en que simbolizan el todo por la parte. Los animales enteros se emplean rara vez, y se presentan más raramente aún. La pata de tejón se utilizaba para la protección de la mano.

Las higas o mano de Lourdes son amuletos ahuyentadores. Muestra un gesto de la mano que simboliza el acto sexual. Se considera una de las mayores ofensas y tiene, por ello, un gran efecto ahuyentador.

Los amuletos en forma de media luna o de luna son indicadores de un culto a la luna por influencia celta o bien contra el mal del alunado.

Los amuletos en forma de cuerno son un símbolo fálico.

El emblema o sello de Salomón, el pentagrama, o bien el movimiento de la mano que lo indica, ahuyentan el daño o el mal de ojo. Este emblema procede de la cultura cabalística.
Salillas cuenta entre otros amuletos religiosos la sal y el pan.
 
Las medallas, estolas sacerdotales, cruces, reliquias y rosarios se les atribuye un papel curativo, no poseen un carácter preventivo. Los Evangelios también han sido considerados como amuletos curativos.
 
Las plantas medicinales en muchos casos debían recogerse de una forma especial, en un lugar y en un tiempo determinado. La recolección debe realizarse cuando los principios activos de la planta están maduros. Por lo general, se debe proceder al secado de los vegetales lo más rápido posible, de forma que no fermenten los azúcares que contienen, aunque hay que tener en cuenta que las hierbas secas poco a poco van perdiendo sus propiedades. Las flores deben cogerse recién abiertas y secarse con papel limpio; las hojas deben recolectarse antes y durante la floración y extenderse sobre un papel o rejilla; las plantas enteras deben ser despojadas de las hojas marchitas y los restos de tierra; las semillas y frutos no suelen necesitar ningún tratamiento; y las cortezas y raíces se deben tomar de ejemplares jóvenes.
 
Diversas formas de preparar la planta:
 
● Infusión: calentar agua y añadir la parte de la planta necesaria en el primer hervor. Seguidamente se aparta del fuego, se tapa y se deja reposar unos minutos. La infusión una vez hecha no debe hervir. Se suele preparar con las partes jóvenes de la planta, como hojas, flores y semillas.
● Decocción: proceso por el cual la planta se hierve en agua durante un periodo de tiempo determinado. Se usa este procedimiento con las partes más duras, como corteza, hojas coriáceas, raíces y tallos.
● Reducción: si la cocción se lleva a cabo durante más de 20 minutos, se produce la reducción. Se emplea para principios activos que resisten el calor y de los que se necesita, por su escasa proporción, una mayor concentración.
● Maceración: consiste en dejar reposar las plantas en agua fría durante algunas horas. Sirve para extraer principios activos inestables frente al calor pero solubles en agua.
● Tintura o vinos medicinales: es la maceración hecha en alcohol y normalmente lleva una parte de la planta por cinco de alcohol. Se usa si los principios activos no se disuelven bien en agua o son de sabor desagradable, empleándose generalmente planta seca. Son muy conocidos los vinos de quina o el aguardiente de endrino (pacharán).
● Jarabes: son disoluciones de azúcar en agua a las que después se les añade la planta.
● Zumo: directamente se trituran las plantas frescas y luego se tamiza el líquido.
● Aceites medicinales: al igual que el alcohol, el aceite es otro de los disolventes más usados. De hecho hay ciertas plantas que transfieren mejor sus principios activos al aceite. Son los más utilizados para uso externo (friegas, masajes o untes).
● Cataplasmas o compresas: se hacen hirviendo la planta o sometiéndola a la acción del agua. Las plantas hervidas se envuelven en paños delgados que se sitúan sobre la zona a tratar.
● Vahos: se preparan con hierbas aromáticas, las cuales se hierven en agua. El vapor que se desprende del recipiente una vez retirado éste del fuego, es el que debe ser inhalado.
 
Los principios activos de las plantas, a los que hay que atribuir sus efectos curativos, pueden utilizarse en el tratamiento de gran número de enfermedades o dolencias. A continuación se dan algunos ejemplos de las propiedades medicinales de las plantas, así como de algunas de las especies vegetales que presentan estas propiedades: 
 
● Pectorales y antitusivas: fárfara (Tussilago farfara), amapola (Papaver rhoeas) y malva.
● Tónicas y digestivas: la salvia, el orégano, el poleo, la hierba luisa, la genciana, la angélica o el ajenjo.
● Laxantes: el acebo, el algarrobo, la cuscuta o el polipodio.
● Diuréticas: el apio, el perejil, el limonero o el equiseto Equisetum telmateia.
● Abortivas: corona del rey, sabina, tejo o azafrán.
● Hipnóticas: majuelo, tilo, valeriana, lúpulo o naranjo.
● Antireumáticas: rododendro, estramonio, espliego o judía.
● Vermífugas: ontina, tomillo, nogal o tanaceto.
● Vulnerarias: hipérico, vulneraria o aliso.

Calles y sueños. Ciudad sin sueño. Nocturno de Brooklyn Bridge. De Un Poeta En Nueva York. Federico García Lorca.

"No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no sueñan
y el que huye con el corazón roto encontrará por las esquinas
al increíble cocodrilo quieto bajo la tierna protesta de los astros.

No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Hay un muerto en el cementerio más lejano
que se queja tres años
porque tiene un paisaje seco en la rodilla;
y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto
que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase.

No es sueño la vida. ¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
Nos caemos por las escaleras para comer la tierra húmeda
o subimos al filo de la nieve con el coro de las dalias muertas.
Pero no hay olvido, ni sueño:
carne viva. Los besos atan las bocas
en una maraña de venas recientes
y al que le duele su dolor le dolerá sin descanso
y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros.

Un día
los caballos vivirán en las tabernas
y las hormigas furiosas
atacarán los cielos amarillos que se refugian en los ojos de las vacas.

Otro día
veremos la resurrección de las mariposas disecadas
y aún andando por un paisaje de esponjas grises y barcos mudos
veremos brillar nuestro anillo y manar rosas de nuestra lengua.
¡Alerta! ¡Alerta! ¡Alerta!
A los que guardan todavía huellas de zarpa y aguacero,
a aquel muchacho que llora porque no sabe la invención del puente
o a aquel muerto que ya no tiene más que la cabeza y un zapato,
hay que llevarlos al muro donde iguanas y sierpes esperan,
donde espera la dentadura del oso,
donde espera la mano momificada del niño
y la piel del camello se eriza con un violento escalofrío azul.

No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros."

Las olas. Virginia Woolf

"El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada. Poco a poco, a medida que una palidez se extendía por el cielo, una franja sombría separó en el horizonte al cielo del mar, y la inmensa tela gris se rayó con grandes líneas que se movían debajo de su superficie, siguiéndose una a otra persiguiéndose en un ritmo sin fin. Al aproximarse a la orilla, cada una de ellas adquiría forma, se hinchaba y se rompía arrojando sobre la arena un delgado velo de blanca espuma. La ola se detenía para alzarse enseguida nuevamente, suspirando como una criatura dormida cuya respiración va y viene inconscientemente. Poco a poco, la franja oscura del horizonte se aclaró: se hubiera dicho un sedimento depositado en el fondo de una vieja botella, dejando al cristal su transparencia verde. En el fondo, el cielo también se hizo translúcido, cual si el sedimento blanco se hubiera desprendido o cual si el brazo de una mujer tendida debajo del horizonte hubiera alzado una lámpara, y bandas blancas, amarillas y verdes se alargaron sobre el cielo, igual que las varillas de un abanico. Enseguida la mujer alzó más alto su lámpara y el aire pareció dividirse en fibras, desprenderse de la verde superficie en una palpitación ardiente de fibras amarillas y rojas, como los resplandores humeantes de un fuego de alegría. Poco a poco las fibras se fundieron en un solo fluido, en una sola incandescencia que levantó la pesada cobertura gris del cielo transformándola en un millón de átomos de un azul tierno. La superficie del mar fue adquiriendo gradualmente transparencia y yació ondulando y despidiendo destellos hasta que las franjas oscuras desaparecieron casi totalmente. El brazo que sostenía la lámpara se alzó todavía más, lentamente, se alzó más y más alto, hasta que una inmensa llama se hizo visible: un arco de fuego ardió en el borde del horizonte, y a su alrededor el mar ya no fue sino una sola extensión de oro. La luz golpeó sucesivamente los árboles del jardín iluminando una tras otra las hojas, que se tornaron transparentes. Un pájaro gorjeó muy alto; hubo una pausa: más abajo, otro pájaro repitió su gorjeo. El sol utilizó las paredes de la casa y se apoyó, como la punta de un abanico, sobre una persiana blanca; el dedo del sol marcó sombras azules en el arbusto junto a la ventana del dormitorio. La persiana se estremeció dulcemente. Pero todo en la casa continuó siendo vago e insustancial. Afuera, los pájaros cantaban sus vacías melodías."

Coque Malla canta "Over the Rainbow" en TCM

16/3/11

Howl (Aullido). Allen Ginsberg.

"He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz.

Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo El y vieron ángeles Mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados.

Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra.
 
Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo.
 
Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes.
 
Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York.
 
Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neón estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente.
 
Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo.
 
Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickford's emergidos y sentados junto a la añeja cerveza después del mediodía en el desola'do Fugazzi's, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno.
 
Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento.
 
Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark.
 
Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos.
 
Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo.
 
Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas.
 
Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios.
 
Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural.
 
Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno.
 
Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para Africa.
 
Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago.
 
Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos.
 
Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del tabaco del Capitalismo.
 
Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan también se deprimía.
 
Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de otros esqueletos.
 
Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación.
 
Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos.
 
Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría.
 
Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor Atlántico y Caribeño.
 
Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara.
 
Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada.
 
Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano.
 
Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia.
 
Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago.
 
(...)
 
Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la sepultura o daisychain.
 
Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura y sus manos y un jurado colgado.
 
Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaismo en CCNY y subsecuentemente se presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional, ping pong y amnesia.
 
Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este, salas fétidas de Pilgrim State's Rockland's y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesionados con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante.
 
Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años."

No volveré - Chavela Vargas

Chavela Vargas - Paloma Negra

Pedro Páramo. Juan Rulfo.

" Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte. Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas. 

(...)
 
Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas.
 
(...)
 
Me enterraron en tu misma sepultura y cupe muy bien en el hueco de tus brazos. Aquí en este rincón donde me tienes ahora. Sólo se me ocurre que debería ser yo la que te tuviera abrazado a ti. ¿Oyes?. Allá afuera está lloviendo.
 
(...)
 
Tengo la boca llena de ti, de tu boca. Tus labios apretados, duros como si mordieran oprimidos mis labios... Trago saliva espumosa; mastico terrones plagados de gusanos que se me anudan en la garganta y raspan la pared del paladar... Mi boca se hunde, retorciéndose en muecas, perforada por los dientes que la taladran y devoran. La nariz se reblandece. La gelatina de los ojos se derrite. Los cabellos arden en una sola llamarada. "

Cómo me parecerá extraño, de De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall. Blanca Andreu

"Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve,
cómo será así extraño,
cuando tú ya no estés,
la catedral del día,
el claustro que condensa la gran edad de la luz
y el carácter de las tormentas.

Amor mío, amor mío, tú sin día para ti,
enjambrado entre espejos y entre las cosas malas,
muerta la plata trascendental
y las ya antiguas anémonas de égloga,
muerta esta versión, que ahora oscuro, y declino, para leerla,
más joven.

Amor mío de nunca, afiebrado y pacífico,
versos para el pequeño pulpo de la muerte,
versos para la muerte rara que hace la travesía de los teléfonos,
para mi mente debelada versos, para el circuito del violín,
para el circuito de la garza,
para el confín del sur, del sueño,
versos que no me asilen ni sean causa de vida,
que no me den la dulce serpiente umbilical
ni la sala glucosa del útero."

15/3/11

Julia Margaret Cameron



Nació en Ceylan el 11 de Junio de 1815 en Calcuta (India), en el seno de una familia de diez hermanos. Hija de escocés y francesa pertenecientes a la sociedad bengalí fue educada en Francia hasta los 19 años, donde regresó de nuevo a la India.

A los 21 años conoció a Sir John Herschel quien más tarde implantó los términos (positivo - negativo y fotografía), y autor del descubrimiento de las propiedades del tiosulfato de sodio como fijador de las sales de plata. Sir John Herschel actuó a veces como el asesor fotográfico de Cameron.

Casada con un hombre veinte años mayor que ella, excelente jurista y plantador de té, vivió en la India hasta los treinta y tres años, depués en 1848 se mudan a Inglaterra y en 1860 se establecen en la Isla de Wight con los Tennysons como vecinos, a los que fotografiará infinidad de veces. En 1863, su hija la regala una cámara de fotos, Cameron tiene 48 años de edad y aquí comienza su carrera fotográfica. Armada con esta primera cámara fotográfica (construida en madera con un objetivo de la marca Jamin), un equipo de revelado y gracias a la asistencia de John Herschel, en pocos meses domino el proceso al colodión.

Cameron era una aristócrata ociosa que encaja perfectamente en la sociedad de la Inglaterra victoriana, y en ese contexto tener de hobbie la fotografía era bastante exclusivo. Al año siguiente de su regalo obtiene lo que ella llama "su primer logro, su primera fotografía". Ese mismo año es elegida miembro de la Sociedad Fotográfica de Londres y Escocia.

Julia Margaret Cameron tuvo seis hijos y otros adoptados, por este motivo vivía en un gran caserón, que siempre se encontraba lleno de poetas, artistas y científicos de la época victoriana.

Transformó y adaptó una carbonera de la casa en un improvisado laboratorio y un cuarto de niños en su estudio. Se dedicó a realizar fotografías, retratos en su inmensa mayoría, de sus familiares, amigos, criados,... obligándoles en muchas ocasiones a posar largos períodos de tiempo debido a las investigaciones que llevaba a cabo con la luz y las placas.

Tuvo una gran inspiración en pintores románticos de la época para realizar sus alegorías, muchas de ellas de ámbito religioso, que causaron gran admiración en sus convecinos, recibiendo grandes felicitaciones por sus interpretaciones.

Hace un acuerdo con Colnaghi, que se ocupa de imprimir y vender fotografías y registra sus fotos en el Fine Arts Registres of the Public Record Office, (entre 1854 y 1875). En 1864 expone en Colnaghi´s de Londres. En 1866 expone en la Galería Francesa de Londres y gana la medalla de oro de Berlín.

Se compra otra cámara de placas de 12×15 cm, con lente focal de 30 s, trabaja con aperturas abiertas y exposiciones de 3 a 7 minutos. En 1868 expone en la Galería Alemana de Londres y Charles Darwin la contrata para que realice sus retratos.

En 1873 muere su hija. Al año siguiente empieza e escribir Annals of my glass house y realiza las fotografías para ilustrar las ediciones del poeta Tennyson del libro Idylls of the king and other poems, con doce fotografías de Cameron. En 1875 produce la segunda parte del libro de poemas en el mismo formato que el anterior y se muda a Ceylan, allí morirá en 1879.

Le importaba lo estético sobre lo técnico. Julia buscaba más una expresión poética que realista. Sus modelos servían para crear personajes y sensaciones. El gusto por la poesía, la formación religiosa y la pasión por la contemplación pictórica llevaron a Julia Margaret Cameron a sintetizar estas tres actividades en los retratos que ella construía y que despreciaban los cánones fríos de la técnica de sus contemporáneos.

Ella deseaba mostrar el alma de sus personajes y si para ello era necesario sacarlos fuera de foco, con luces suaves o duras, con telas y miradas lánguidas —si para ello requería de romper con el realismo fotográfico y acercarse a las imágenes pictóricas— así lo hacía, pues de esa manera sacaba alma a sus personajes, dotaba a la reproducción de un ambiente bíblico, poético pictórico extraordinario. La literatura, el
Renacimiento, la pintura pre-raffael y la Biblia influenciaron su obra. En una carta dirigida a su amigo Sir John Herschel, Cameron le explicó su intención de alinear la fotografía con el arte, escribió: "mis aspiraciones son ennoblecer la fotografía y alzarla a la categoría de Arte, combinando la realidad con la poesía y la belleza ideal".Creía que la fotografía era la forma para resucitar el arte sacro, para los victorianos el arte era una técnica, el arte fino era expresión pero no necesariamente ético, pero el arte alto era el arte sacro.

Oscar Gustav Rejlander y Lewis Carrol la instruyeron en la fotografía. Sus maestros fueron sus propios amigos: el poeta Carlyle y el pintor Watts. Watts vivía en Londres en casa de una hermana de Cameron, fue invitado por un par de semanas y se quedó 20 años allí. Estimulada por Watts, Cameron realizó algunas fotografías alegóricas y varias ilustraciones para la poesía de Tennyson y muchos retratos de Watts, Tennyson y la mujer de Watts, Ellen Terry.

Cameron repetía las copias una y otra vez, hasta que se sentía satisfecha del resultado. Jamás retocaba o ampliaba sus negativos: sacaba copias de contactode sus enormes placas húmedas. Trabajaba convertida en una ermitaña de su profesión, descuidada al vestir, sucia en su propio trabajo (sus negativos llevan manchas y huellas dactilares) y apasionada en sus creaciones.

La personalidad de Cameron es una mezcla de excentricidad, genio, instinto e inspiración. En sus retratos consigue captar la fuerza expresiva de sus modelos, con tanta maestría como podría hacerlo un pintor. Realizaba exposiciones de 7 segundos en placas de 30x40 cm. Su meta era reproducir la grandeza del hombre interior al mismo tiempo que los rasgos del hombre exterior, lográndolo, como se aprecia en su Retrato del Sir John Herschel. Este es un típico retrato masculino de Cameron, el cuerpo es reducido a casi solo la cabeza, sin ningún tipo de referencia externa, la cabeza se convierte en un icono que implica inteligencia, individualismo y por encima de todo genialidad. En cambio sus retratos femeninos los trata de forma diferente, estas resaltan la belleza, el ideal de belleza del Renacimiento, a veces con ayuda de complementos, como las alas de la fotografía I Wait que nos evocan a las pinturas de ángeles del Renacimiento.

Una de sus preocupaciones era realizar obras genuinas, captar la belleza ideal que emana del rostro de sus modelos. Sus retratos de primeros planos son en realidad primerísimos planos tal vez con una intención metafísica. Se ve en estos retratos de Cameron una clara influencia de una corriente de pensamiento muy de moda en la Inglaterra de la época que es la frenología, que sostiene que la inteligencia y el carácter de la persona está marcado en la forma de la cabeza, parece que en ello incide la obsesión por analizar los rostros, pero su intención última es profundizar hacia el interior.

Cameron también cultivó la fotografía alegórica academicista con obras como El beso de la paz de 1859, Ruega por nosotros, alegoría de la anunciación para el Ave María, o El aroma de los lirios, entre otras. Es esta producción la que le lleva a ser integrada en la corriente de la fotografía academicista.

Despreciaba la técnica y por ello utilizaba objetivos inadecuados para las placas utilizadas. Le era indiferente que las placas resultaran manchadas, arañadas. Con todo ello pretendía la obtención de unos efectos que alejaran la realidad de las imágenes captadas. Las fotografías estaban realizadas con un objetivo que no cubría el formato de las placas húmedas utilizadas por ella (20x25 y 30x40 cm) y estaban descuidadas, con las placas manchadas o arañadas; por ello los miembros de la London Photographic Society no la admitieron entre ellos. Los fotógrafos la criticaban porque consideraban la calidad de sus fotografías malas, ya que no aprovechaba las ventajas técnicas de la cámara, como la nitided, pero para ella primaba antes lo estético a lo técnico, buscaba más la expresión poética que la realista, expresión que conseguía sin duda y por la que ha pasado a la historia de la fotografía.

Rechazaba la idea de que la cámara era un objeto para documentar en vez de para crear arte.

Sus modelos servían para buscar personajes y sensaciones. Llegó a decirse de ella que contrataba a sus criados según sus cualidades fotogénicas, a los que martirizaba al parecer con larguísimas exposiciones y poses sofisticadas.

Sus retratos más famosos son de personajes ingleses conocidos como artistas, pertenecientes a su círculo de amistades, pero también tenía muchos de personas desconocidas, sobre todo mujeres. Los hay aislados y en grupos, como el conocido Retrato de verano hacia 1865, donde aparecen dos mujeres y niñas en pose deliberadamente artificial y con las miradas perdidas. Hay en esta obra un lirismo artificial.

Una de sus modelos preferidas fue Julia Jackson, su sobrina, que más tarde sería Mrs Herbert Duckworth y la madre de la famosa escritora Virginia Woolf.

Desobedencia civil. Henry David Thoreau

"De todo corazón acepto el lema de que "el mejor gobierno es el que gobierna menos", y me gustaría que fuera honrado con más diligencia y sistema. En la práctica significa asimismo, lo cual también creo: "que el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto"; y cuando los hombres estén preparados para él, ese y no otro será el que tendrán. El Gobierno es, a lo más, una conveniencia; aunque la mayoría de ellos suelen ser inútiles, y alguna vez, todos sin excepción, inconvenientes. Las objeciones puestas al hecho de contar con un ejército regular, que son muchas y de peso, y merecen prevalecer, pueden ser referidas en última instancia a la presencia de un Gobierno igual de establecido. El ejército regular no es sino el brazo armado del Gobierno permanente. Este, a su vez, aunque no representa sino el modo elegido por el pueblo de ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de abuso y perversión antes de que aquél pueda siquiera actuar por su mediación. Reparad en la presente guerra mejicana, la obra de un número relativamente escaso de individuos que se valen del gobierno establecido como instrumento; pues, para empezar, el pueblo no habría consentido esta medida. Este gobierno americano ¿qué es sino una tradición, aunque reciente, que trata de transmitirse inalterada a la posteridad, pese a ir perdiendo a cada instante retazos de su decencia? Carece de la vitalidad y la fuerza de un solo hombre vivo, pues éste puede doblegarlo a voluntad. Es como una especie de arma de madera para el pueblo mismo; y si alguna vez al usasen verdaderamente como real unos contra otros, de seguro que se les desharía en astillas. Sin embargo, no por ello deja de serles necesario; pues los individuos han de tener alguna complicada maquinaria que otra y oír su estrépito para satisfacer su idea de gobernar. 

(...)
 
La gran masa de los hombres sirve al Estado, pues así; no sólo como hambres principalmente, sino como máquinas; con su cuerpo. Son ejército permanente y milicia establecida, carceleros, guardias, posee comitatus etc. En la mayoría de casos no existe ejercicio alguno libre, sea del propio juicio o del sentido moral, sino relegamiento al nivel del leño, de la tierra o de las piedras; y quizás puedan construirse algún día hombres que cumplan con igual perfección este cometido. Tales no merecen más respeto que un fantoche o que basura. Su valor raya con el de los caballos y los perros. Sin embargo, incluso se les reputa buenos ciudadanos. Otros, como es el caos de la mayoría de legisladores, políticos, juristas, clérigos y funcionarios, ven al Estado principalmente con la cabeza; y como quiera que raramente establecen distinciones morales, son tan susceptibles de servir al mal sin intención, como a Dios. Unos pocos, muy pocos, muy pocos, héroes, mártires, reformadores - que no reformistas -, y hombres sirven al Estado también con su conciencia, y así, se le resisten las más de las veces; y éste los trata como enemigos. El hombre prudente sólo se revelará útil y no se avendrá a ser "barro" ni a "obturar un agujero para detener al viento", sino que, por lo menos dejará esa tarea a su polvo.
 
(...)
 
Si alguien fuere a decirme que el presente es un mal gobierno porque gravó ciertos artículos extranjeros arribados a sus puertos, lo más probable es que me quedara impertérrito puesto que puedo pasarme perfectamente sin ellos: todas las máquinas poseen roces. Y posiblemente ello resulte en bien suficiente para contrarrestar el mal. En cualquier caso, es mal mayor el soliviantarse por ello. Pero, cuando los roces buscan máquina en que alojarse, y la opresión y el robo se organizan, yo digo: desprendámonos de esta máquina inmediatamente. En otras palabras, cuando la sexta parte de la población de un país que se ha arrogado el título de país de la libertad la componen los esclavos, y toda una nación es injustamente arrollada y conquistada por un ejército extranjero y sometida a la ley marcial, creo que no es demasiado temprano para que los hombres honrados se rebelen y hagan la revolución. Y lo que hace este deber tanto más urgente es el hecho de que el país así arrollado no es el nuestro, y sí lo es, en cambio, el ejército invasor.
 
(...)
 
Quienes no conocen fuentes de verdad más puras, que no han seguido el curso de ésta hasta cotas más elevadas, se atienen prudentemente a la Biblia y a la Constitución y beben de ellas con reverencia y humildad; pero quienes reparan por dónde brotan aquellas gota a gota para alimentar ese lago o aquella laguna, se fajan fuertemente la cintura y siguen su peregrinación en busca del manantial primero. No ha habido hombre alguno de genio legislador en América. Son raros en la historia del mundo. Abundan los oradores, los políticos, los hombres especialmente elocuentes, se cuentan por miles; pero no ha abierto aún la boca aquel orador capaz de resolver los numerosos y muy vilipendiados problemas que nos acucian hoy. Nos gusta la elocuencia por sí misma y no por la verdad de que pueda ser portadora o por el heroísmo que pueda inspirar. 

(...)

Jamás existirá un Estado realmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate de acuerdo a ello. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda darse el lujo de ser justo con todos, y que trate al individuo con respecto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte."