Chico (Charles Farrell) es un trabajador que se ocupa de la limpieza de las
alcantarillas de Paris. Diane es una desdichada jovencita, que es víctima de los
abusos de su frustrada hermana mayor. Un día, mientras Diane es golpeada por su
hermana, Chico la rescata y, viéndola sumida en una profunda depresión, la lleva
a vivir con él, a su buhardilla, en el séptimo piso de un edificio de Montmartre.
Frank Borzage realiza una magnifica adaptación de la obra de teatro "Seventh Caldwell" (1922), de Austin Strong. Fue objeto de un remake en 1937, de Henry King.
De 1927 en blanco y negro, muda. Con un guión de Benjamin Glazer, de la fotografía se encargó Ernest Palmer y Joseph A. Valentine. Entre los actores podemos destacar a Janet Gaynor, Charles Farrell, Gladys Brockwell, David Butler, Ben Bard, Albert Gran y Marie Mosquini.
La actriz Janet Gaynor consiguió el Oscar por las interpretaciones, en el mismo
año, de "El séptimo cielo", "Amanecer" -de Murnau- y "El ángel de la calle",
también dirigida por Frank Borzage.
Por otro lado, Borzage, pionero junto a John M. Stahl del melodrama
cinematográfico, del que se impregnaría posteriormente Douglas Sirk, nos adentra
en una sublime historia de amor ubicada en los arrabales de París en los
prolegómenos de la primera gran guerra. El realizador estadounidense volvería más tarde con un argumento parecido al
tratado de forma magistral en esta producción de la Fox, adaptando al sonoro la
famosa novela de Ernest Hemingway, "Adiós a las armas" (1932).
André Breton lo convirtió en un film fetiche para los surrealistas. Martín Scorsese declaraba hace apenas un año que había vuelto a ver las películas de Bozarge, sobre todo las del período de cine mudo, y descubrió a un cineasta más relevante de lo que la historia cinematográfica le había asignado. Sin duda, esta película corresponde a ese lugar imaginario y recuperado. Más allá del hondo y desgarrado romanticismo, magistral la apoteosis amoroso del final, el filme está rodado con una especial sensibilidad hacia las complejidades de los protagonistas, un efectivo catálogo de actores secundarios y una soberana ambientación, siempre en aras del objetivo final de la película.
La realización de Borzage es probablemente lo mejor de esta obra con una puesta en escena impecable que se beneficia de un buen uso de los decorados y los juegos de luces y sombras. A destacar el largo plano en que se nos presenta el edificio donde vivirán los protagonistas, mientras ellos van subiendo de piso a piso la cámara les va siguiendo sin hacer ningún corte hasta llegar a la séptima planta, enfatizando aún más la distancia a la que se encuentran. Tal y como dice Chico, de día trabaja bajo tierra en las alcantarillas y de noche está en cambio más cerca de las estrellas que nadie.
Chico se caracteriza por su fuerza y honestidad, él mismo se define como "un tipo muy peculiar”, Pero junto a este rasgo
concreto, incluso en las secuencias de combate desarrolladas en la I Guerra
Mundial, aparecerán detalles de la vida tan dura que lleva, como el bombardeo del taxi del amigo
de Chico, del que dirá amargamente su dueño que “murió en defensa de la patria”.
Diane se caracterizará por el aporte esencialmente melodramático. Esta vive en
una angosta habitación junto a su malvada hermana, que la maltrata cruelmente.
Como en las mejores muestras del género en el cine mudo –y tendríamos que
remitirnos a Griffith-, esa circunstancia límite propiciará el encuentro de
Diane –que es sometida a una brutal paliza por su hermana en plena calle- con
Chico, que aparece repentinamente abriendo la alcantarilla y conminando a esta a
que deje de maltratarla.
Chico llevará a vivir a la joven a su casa –para que la
policía pueda ratificar el engaño que se ha formado al decir que él es su
esposo-. Desde el primer momento, Diane se ha visto atraída por el joven. El amor irá haciendo mella poco a poco mientras viven en una buhardilla pobre
–el séptimo cielo del título-, pero que se encuentra llena de armonía con sus
amplios ventanales que permiten la cercanía a las estrellas. Ambos llegarán a
confluir en un estado de auténtica comunión espiritual del amor, en el que ella
perderá su miedo –aprende a atravesar la cornisa del edificio vecino, que antes
le intimidaba-, y tendrá su punto más intenso con la emotividad con la que Diane
“siente” el regalo de ese traje de novia que Chico le regala –este no se atreve
a decirle que la quiere-. Pero llegará la guerra y el
llamamiento de filas, y Chico tendrá que partir ,llegando para él un miedo del
que antes carecía –veremos como cuando se abrazan ella se sitúa en el encuadre
por encima de él, retomando ese carácter de responsabilidad que hasta entonces
había tenido con la joven-.
La guerra
llevará su tiempo de muerte y separación, pero para los dos amantes hay una cita
inalterable. Todos los días a las 11 de la mañana entrarán en contacto
telepático que les permitirá mantenerse juntos en la distancia. Así hasta que Chico cae abatido, el contacto se interrumpe. Un
sacerdote y un militar –representantes del poder establecido- se dirigirán a
Diane para anunciarle la noticia, que ella se resiste a creer. El final de la guerra llega, llega la paz. Y entre la multitud aparecerá Chico acercándose hacia su amada y accediendo hacia el
séptimo cielo de la buhardilla. Allí aparecerá ante ella y se abrazarán,
encontrándose ciego, mientras un haz de luz los iluminará y sellará un amor a
prueba de toda contrariedad... e incluso de la propia lógica.
La película plantea el problema de la fe religiosa, su pérdida y recuperación,
en términos que vistos con ojos actuales resultan anacrónicos, aunque
documentalmente interesantes. Exalta el optimismo de Chico, su amor a la vida,
sus deseos de superación, la confianza que tiene en si mismo, su disposición a
luchar para salir adelante, la defensa que hace de las personas maltratadas y la
ayuda que da a los desamparados. Su conducta solidaria se inspira en valores
éticos y cívicos, ajenos a los religiosos. Aconseja a Diana que supere los
miedos y temores, adquiera confianza en si misma, cuide su autoestima y aprenda
a defenderse de las agresiones enfermizas de su hermana. El film crea una tensa
situación emocional en el espectador, que entiende enseguida que Diana está
enamorada de Chico y que es la mujer que busca, mientras él no lo advierte ni lo
sospecha. La película evoca un hecho singular que ocurrió en París en 1914: la
caravana de taxis y coches particulares incautados para trasladar las tropas
parisinas al frente. Durante el conflicto Diana demuestra su fortaleza en el
trabajo en una fábrica de municiones y en el rechazo del asedio amoroso del
coronel Brissac (Ben Bard). Denuncia la hipocresía de los ricos, como la de los
tíos llegados de los Mares del Sur que rechazan a sus sobrinas por pobres y
porque no son buenas.
Cabe destacar del film algunos encuadres como la subida de Chico por las
escaleras, un tipo de plano que años después tuvo su resonancia en grandes
aportaciones de cineastas como Alfred Hitchcock. Se utilizaron
travellings muy elaborados y creativos en su época, la primera vez que los dos
personajes suben hasta la guardilla donde vive Chico, la cámara los acompaña sin
corte alguno, creando un efecto muy llamativo. También destacar la iluminación,
el uso de luces y sombras, la reminiscencia a la hora de utilizar la luz como
elemento expresivo, mucho más allá de connotaciones religiosas, para resaltar la
intensidad del amor hasta altas cotas expresivas fuera de cualquier
justificación meramente poética. Toda la película está cargada de grandes frases
y conceptos con una fuerte carga emocional, por lo mismo también ofrece el
contrapunto al dramatismo con escenas cómicas muy elaboradas.
.
Borzage ocupa un lugar muy especial entre los numerosos artesanos que
poblaron el Hollywood clásico, capaces de saltar del western a los filmes
bélicos o a las comedias sofisticadas mostrando una eficacia narrativa y unos
conocimientos técnicos dignos de admiración. La singularidad de este cineasta
radica en que, aún sabiendo desempeñar excelentemente el papel de simple
trabajador al servicio de un complejo engranaje industrial, supo mantener
siempre unas constantes de estilo visual caracterizadas por la poética
sensibilidad de sus imágenes y el romanticismo de su puesta en escena. La modernidad de su realización, próxima en ocasiones a determinados postulados
de la vanguardia francesa e influida también por el cine expresionista alemán,
le valió calurosos elogios de la crítica y del público, convirtiéndose de esta
manera en uno de los valores más prometedores de Hollywood.
Borzage plantea en todas sus obras la misma línea: la libertad individual pasa por la consecución de un amor inalcanzable, en tanto
sentimiento que nadie puede lograr por completo. Todo ello enmarcado en
ambientes sórdidos y de miseria, como "El ángel de la calle", que le
acercaron al cine de su admirado George W. Pabst, y donde el juego fotográfico
con el claroscuro se mostró determinante. En ese sentido "El séptimo cielo"
supondrá el punto máximo de dicha estética, a través de un eficaz juego de
contrastes con elementos como la religión, la pobreza o el amor, para acabar
creando una obra muy próxima a las tendencias hiperrealistas.
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