9/6/11

Mala Noche Trailer (Gus Van Sant, 1985)



 
Primer largo de Gus Van Sant, rodado en blanco y negro con una cámara de 16 mm y un presupuesto de apenas 25.000 dólares. Van Sant articula una novela autobiográfica de Walt Curtis, centrada en la historia de amor no correspondido entre un dependiente gay de Portland (interpretado en pantalla por Tim Streeter) y un inmigrante mejicano (Doug Cooeyate). Aunque es indiferente a Walt, Johnny aceptar dormir con él por dinero... . Curtis trabaja como dependiente de un lúgubre establecimiento mientras desarrolla su vida de forma totalmente alternativa, dentro de un ambiente definido por la marginalidad y una visión alternativa de la propia existencia. Una andadura vital que para nuestro protagonista revestirá un nuevo aliciente al atisbar por vez primera al desarrapado y arrogante Johnny. Desde el primer momento, su voz en off delatará sus intenciones y su homosexualidad le llevará a una sincera carrera por conquistar a un muchacho que le es totalmente esquivo en sus deseos. El centroamericano se encontrará siempre acompañado por su amigo Roberto Peper (Ray Monge), joven con el que Curtis igualmente estrechará sus lazos de sincera amistad, con la nada velada intención de conquistar su objeto de deseo
Desarrollada en Portland, ciudad en que el director vivió algunos años, no son pocos los elementos que aparecen aquí por primera vez y que luego van a constituir algunas de las señas de identidad del propio Gus: el interés por el mundo marginal, homosexualidad, la combinación de imágenes en blanco y negro y en color, la determinante y simbólica presencia de la carretera, planos de cielos poblados de nubes,... .
El título no está traducido y deja entrever la influciencia de la cultura latina -más precisamente mexicana- en Estados Unidos: estamos hablando de los "mojados", es decir, de los ilegales. Y una exploración de un obsesivo amor homosexual.

El acercamiento del cineasta a esta historia no pretende en ningún momento ser realista ni desde luego sus intereses están puestos en un cine de vocación social o política (los filmes de Van Sant de mayor carga ideológica, de denuncia, son los cortos Thanksgiving Prayer y Ballad of the Skeletons, dos variaciones sobre una misma idea a cargo de dos voces distintas, la de William S. Burroughs y la de Allen Ginsberg, pero, aunque puesto en primer término, al director parece interesarle menos el contenido explícitamente político de estos cortometrajes que su formalización en la pantalla, el diálogo que establecen los poemas con las imágenes que los contrapuntean).
Un crítico estadounidense le ha definido como el poeta de los inadaptados. Gus van Sant se crió como un niño de buena familia, pero su homosexualidad le acercó a los sectores marginales de la ciudad donde creció. Chaperos, putas, drogadictos. La juventud y sus márgenes han sido su fuente de inspiración y la de su mejor cine.
Con una trama local, que contiene temas tan universales como el amor no correspondido, la inmigración, el sexo y la homosexualidad, Gus Van Sant utiliza por primera vez los largos pasillos, las carreteras interminables, los barrios marginales, las nubes a toda velocidad, la estética que tantas veces hemos visto en sus personajes y la música del desierto, aderezada con algunos temas hispanos tan famosos como Gracias a la vida de Violeta Parra, colocados a lo largo del film con mucha habilidad.

La escasez de medios, se refleja en una iluminación en ocasiones casi inexistente, pero que casa a la perfección con el conjunto de la obra, con la intención de la mayoría de no ser vistos, la oscuridad de sus vidas, o la sexualidad reprimida de un tercer protagonista, que sólo se ve liberada cuando se acerca la noche. La película, bastante visible en su retrato de personajes perdedores con acertadas ubicaciones ambientales, es narrada con estilo y énfasis en sus angulos, contrastes lumínicos que aúnan expresionismo y verismo, primerísimos planos, y músicas que viajan de tonadas tradicionales mexicanas a guitarras blues, algún sonido similar al theremin, y canciones garajeras.
Salta a la vista son los toscos trabajos de montaje, sonorización y fotografía en blanco y negro, que otorgan a la imagen cualidades contradictorias. Por una parte, el desprecio por la narrativa clásica y la ubicación en escenarios urbanos nada edulcorados nos remiten al urgente naturalismo de John Cassavetes. Por otra, la lucha de blancos y negros en los planos es a veces tan extrema que estos devienen puntual y despreocupadamente expresionistas y hasta abstractos, en sintonía con las proclamas radicales del New American Cinema expresadas por Stan Brakhage en su artículo de 1963 “Metaphors on Vision”

Logra combinar una inicialmente caótica muestra de planos sueltos, dispuestos con aparente anarquía, que en su conjunto logran articular una propuesta honesta, descriptiva, atractiva en la incorporación de esas pinceladas contrapuestas, en ese patetismo moderado y tamizado por lo general con una vertiente irónica y humana.
Una película dura, tierna y atractiva para ver con una cerveza y un bocata (y rodeados de amigos para luego comentar), quizá la pongan en algún cine de verano en estos meses que vienen... . Disfruten!

 "El crédito es como el sexo, unos lo tienen y otros no" 
Mala Noche

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