W. Eugene Smith (Kansas, EE.UU. 1918-1978) es considerado uno de los mejores fotógrafos de la historia, es uno de los padres del reportaje fotográfico. Es reconocido por sus retratos de elementos de la realidad cultural y social de personas, ciudades y acontecimientos históricos, en principio como exponente del periodismo fotográfico, y posteriormente como creador del llamado ensayo fotográfico.
Su obra ha tenido gran importancia en el siglo XX, y ha iluminado a sucesivas generaciones de fotógrafos/as. Su fuerte fueron los fotorreportajes, a los que dedicaba un esfuerzo e intensidad impresionante. De todos los trabajos, el más importante y el que seguramente le hizo más famoso fue el que realizó sobre España concretamente sobre un pueblo extremeño llamado Deleitosa. En él, como en todos, el fotógrafo mantuvo un extraordinario sentido de la misión como él mismo apuntaba: "mi aspiración es captar la acción de la vida, la vida del mundo, su humor, sus tragedias; en otras palabras, la vida tal y como es. Una imagen verdadera, real, sin poses. Ya hay bastantes farsas y engaños en el mundo como para ir por la vida fingiendo. Si fotografío a un mendigo, quiero que se vea la angustia que refleja su mirada; en una acería busco el símbolo de la fuerza y el poder que hay en ella. Si pretendo retratar a una persona feliz, quiero una sonrisa de pura felicidad, no una sonrisa para la cámara. Me cuesta expresar con palabras mis sentimientos, mi actitud hacia la fotografía. Ya no hago fotos por el simple placer de hacerlo, sino que, como muchos de los antiguos maestros de la pintura, quiero que simbolicen algo" [Carta de W. Eugene Smith a su madre (diciembre de 1936), W. Eugene Smith Archive, Center for Creative Photography, University of Arizona; cit. en Glenn G. Willumson, W. Eugene Smith and the Photographic Essay, Cambridge, Cambridge University Press, 1992, p. 25.]
W. Eugene Smith, segundo hijo de un experto en comercio
internacional, director general de una gran compañía molturadora de Wichita,
Kansas, nació el 30 de diciembre de 1918. Su familia era de clase alta y Smith,
que gozó de una infancia privilegiada, se sintió animado desde muy niño a
practicar la fotografía como hobby. Pronto comenzó a fotografiar los
acontecimientos destacados de su colegio y de algunas organizaciones juveniles,
realizando asimismo fotos de tema deportivo e incluso algunos trabajos
periodísticos. Desde un primer momento su actividad como fotógrafo le reportó
cierto éxito, notoriedad entre sus amigos y una reconfortante sensación de
autorrealización.
Mientras W. Eugene Smith disfrutaba de su éxito, los fondos de la familia
disminuían. La Gran Depresión arruinó a su padre, que se suicidó en los mismos
instantes en los que su hijo se estaba diplomando en la escuela superior. Con un
futuro incierto, asistió durante algún tiempo a la universidad, aunque ya
en aquella época manifestaba que su, auténtico deseo era trabajar como reportero
fotográfico. En febrero de 1936 escribía: "Parece que la fotografía es la
única forma de vida que puede hacerme feliz y tengo la intención de dedicarme a
ella ... Lo tengo decidido. Me marcho a Nueva York cuanto antes".
A los veinte años ya tenía un contrato con la prestigiosa revista
Life para trabajar en ella dos semanas al mes. En 1943, mientras los Estados
Unidos se preparaban para entrar en guerra, Smith se encontraba poco satisfecho
de su trabajo, que por entonces le era remunerado generosamente, e intentaba por
todos los medios que le enviaran a ultramar como corresponsal de guerra. A
mediados del mismo año recibió ese encargo de la revista Flying, e
inmediatamente partió hacia el Pacífico Sur.
En las cartas que enviaba a su familia desde el frente, Smith ponía
de manifiesto una fuerte personalidad y una cierta ingenuidad. Tenía, definida
con vaguedad, cierta concepción sobre la naturaleza del bien y del mal, de lo
que es justo y de lo que no lo es. A grandes rasgos, sus criterios de valor eran
los de la tradición humanística occidental, con un fuerte individualismo y una
arraigada conciencia de la misión que al hombre le corresponde en el sentido de
mejorar su condición en el mundo. Le interesaba profundamente la reforma de la
sociedad aunque se desentendía de las ideologías y de la política. Se encontraba
simultáneamente lleno de un ferviente patriotismo y alienado por el
nacionalismo. Le preocupaba mucho "perderse las acciones de guerra" pero también
comenzaba a albergar serias dudas acerca de la justicia del conflicto. Una vez
introducido en el mundo de los medios de comunicación de masas desconfió cada
vez con mayor intensidad de la propaganda bélica oficial.
A Smith se le asignó la tarea de seguir la campaña
del portaaviones U.S.S. Bunker Hil!. Las primeras fotografías de un combate las
realizó cuando el buque fue atacado en noviembre de 1943. El fotógrafo tuvo que
librar también una batalla particular contra los reglamentos y los trámites
burocráticos para poder obtener el permiso de vuelo en bombarderos en combate.
Deseaba captar el "sentido real de la guerra" y, para ello, sabiendo que el
único modo de poder estar presente en los combates en tierra era trabajar para
la todopoderosa Life, firmó un contrato con esta revista.
A finales de junio de 1944 Smith tomó fotografías
de la batalla de Saipán. Centenares de civiles y restos de los efectivos del
ejército japonés se habían escondido en las cuevas de la isla sin la suficiente
cantidad de agua y alimentos. El fotógrafo asistió a la evacuación y escribió
sus impresiones sobre ella en un texto que nunca llegaría a publicarse: "poco a
poco surgió de una cueva el rostro demacrado de un anciano. Después comenzaron
a salir los demás con una desesperante lentitud, débiles, ahogados por el humo,
contraídos por el miedo a nosotros y a su propia suerte. ¡Qué gran angustia
producía verlos emerger de entre el humo' Niños menudos a espaldas de sus
madres, muchachos, padres y abuelos sin ninguna esperanza, desechos humanos de
terrorífica debilidad".
A la campaña de Saipán siguió la invasión de la
isla de Guam a finales de julio. El 13 de agosto Smith escribía " ... un hombre
que se lanza a la lucha tan sólo para demostrar su valor no merece vivir, pero
un fotógrafo que acepta reproducir el drama de una batalla y permanece alejado
del frente no merece el nombre de corresponsal de guerra. Me parece absurdo
recorrer diez mil millas para realizar la crónica de un combate y detenerse a
una milla de la línea de fuego". El 3 de septiembre envió a su familia una
confusa carta llena de amargura: "Aquellas imágenes, con disgusto y una
sensación de amargor en la boca, me hicieron recordar a los míos. A pesar de
tener la gran suerte de ser norteamericano, pienso que mi gente podría ser ésta,
mis hijos podrían ser estos niños. ¡Malditos sean los que desean la guerra! ...
Para la mayoría de estos seres destrozados los Estados Unidos no son más que un
nombre odioso. Los que sin motivo les incitan alodio son los que desean la
guerra. Cada uno de los negativos que he tomado tiene su inspiración en lo más
profundo de mi corazón, en la enorme amargura que produce la guerra".
Poco después Smith cubrió la información sobre la
invasión de Filipinas. En los primeros días de noviembre desembarcó en Leyte:
"He trabajado con dedicación para realizar un reportaje sobre un hospital. Creo
que es uno de los mejores de la guerra". La historia de un hospital militar
temporalmente instalado en la catedral católica de Leyte es una meditación sobre
la tragedia de la guerra, sobre la esperanza de salvación espiritual y física y
sobre los anhelos de paz. Se publicó en Navidad y suscitó un fuerte sentimiento
de esperanza, lo que le permitió una gran difusión en los Estados Unidos.
El 19 de febrero de 1945 el fotógrafo se unió a
las tropas anfibias que desembarcaron en Iwo Jima. Fue testigo de aquella
terrible batalla y consiguió, con gran riesgo, algunas de las más inolvidables
imágenes de toda la guerra. A pesar de ello consideró que su trabajo había sido
un fracaso: "Estoy furioso conmigo mismo y me avergüenzo". En abril fotografió
los dramáticos combates de Okinawa. Parecía dominado por la violencia y cada
vez se exponía a mayores peligros. Life le pidió un servicio sobre las
"veinticuatro horas de la jornada de un soldado de infantería". El 21 de mayo
comenzó a tomar instantáneas siguiendo al soldado raso Terry Moore, que en
aquellos momentos se disponía a entrar en combate. Solamente veintitrés horas
más tarde, el 22 de mayo, Smith sobrepasó los límites del riesgo: una esquirla
de metralla le hirió en la mano izquierda y en la mandíbula, destrozó su cámara
y le obligó a abandonar su trabajo.
A su vuelta del frente fue recibido como un héroe.
Mostrándose ciertamente escéptico ante el humanitarismo y las medias verdades,
en aquellos momentos se encontraba desconcertado por infinidad de sentimientos
contradictorios. Poco a poco se decidió a aprovechar el prestigio adquirido para
introducir en el periodismo gráfico cierta intención moral que permitiese
colaborar en la creación de un mundo mejor. Apenas su salud se lo permitió,
comenzó su lucha por conseguir una prensa más responsable y con un mayor
compromiso moral. Este propósito era compartido por otros reporteros cuyos
ideales confirmaban y desarrollaban una ideología que habría de caracterizar a
varias generaciones de fotógrafos de la posguerra. Smith llevó estos ideales
hasta sus últimas consecuencias arriesgando su trabajo, su salud e incluso su
equilibrio psíquico para poder conseguir aquello en lo que creía. Necesitó de
casi dos años para sanar de sus heridas y volver a la fotografía. La primera
foto que tomó después de la guerra fue la famosa imagen de sus hijos caminando
entre los árboles, a la que dio el título de "Paseo por el jardín del paraíso"
(The Walk lo Paradise Carden) Con ocasión de la exposición de sus fotografías de
guerra en el New York Camera Club en 1946, Smith dio voz a sus sentimientos
antibelicistas: "No creo que unas imágenes como éstas necesiten comentarios. ¿A
quién le importa si se trata de Iwo Jima, de Okinawa o de Normandía? Los muertos
están muertos y el crimen ya ha sido cometido". En sus entrevistas y escritos
continuó insistiendo en el aspecto moral del periodismo gráfico. "Mi intención
era obtener fotografías de las que el público pudiese decir 'Así es la guerra' y
de las que aquéllos que presenciaron la contienda pensasen que se había captado
fielmente todo lo que ellos habían soportado. Trabajé centrado en la idea de
que la guerra es algo horrible. Quisiera acabar de realizar lo que yo buscaba en
aquellas imágenes. La guerra es un mundo concentrado en el cual la realidad
puede apreciarse con mayor lucidez. Así, por ejemplo, los prejuicios raciales,
la pobreza, el odio y la intolerancia son fenómenos que en tiempo de paz quedan
dispersos y no pueden ser apreciados con la misma nitidez que en una acción
de guerra. La fotografía es un medio de expresión pujante que,
empleado adecuadamente, puede tener gran utilidad en el mejoramiento de las
relaciones humanas. En cambio, usada de forma equívoca, puede provocar, y de
hecho provoca, daños irreparables. El fotógrafo es responsable de su trabajo
y de los efectos que de él puedan derivarse. Para mí la fotografía es algo más
que un simple oficio; con una cámara en las manos me siento portador de una
antorcha."
Las fotografías de Smith sufren cambios a lo largo de su trayectoria. Si en un principio respondían a los cánones clásicos, a medida que transcurre el tiempo van adquiriendo un contenido más trágico.
Una vez disipadas ciertas dudas, Smith decidió
seguir trabajando para Life. Ello le suponía formar parte de una organización
editorial de grandes dimensiones, bien estructurada e integrada en el gran
imperio periodístico de Henry R. Luce, fundador también de Time y Fortune.
Aunque los más famosos fotógrafos de Life eran tratados con gran respeto,
carecían de poder decisorio en la organización de la revista. De ellos se
esperaba que aceptas en cualquier tipo de encargo, que realizasen con
diligencia y calidad fotografías de notable contenido informativo que,
interesantes y tal vez bellas, pudiesen entregarse inmediatamente a los
redactores y compaginado res para completar unos reportajes ya listos para su
publicación. Smith era consciente de que el fotógrafo también debía tener en
cuenta la calidad de impresión de sus obras y era por lo tanto necesario que
interviniera en la elavoración de los artículos. Estas convicciones condujeron
a Smith a un inevitable enfrentamiento ideológico con los dirigentes de Life.
Aunque su posición y su libertad de acción habían mejorado desde antes de la
guerra, en algunas ocasiones recibía encargos de escasa entidad. Entre 1946 y
1952 realizó aproximadamente cincuenta reportajes, la mayor parte de los cuales
versaban sobre argumentos triviales. Por contraste, el poder económico de Life
dio a Smith una calificada asistencia técnica, fácil acceso a los modelos y la
posibilidad de disponer de una inigualable tribuna para difundir su arte.
Cada encargo era para él un desafío que le
permitía transformar su habilidad profesional en una creación artística y en
una revelación periodística. Su ambición era elevar el periodismo gráfico a la
categoría de arte, de un arte caracterizado por los más altos ideales morales.
Resulta sorprendente el grado de perfección que alcanzó en la realización de su
objetivo.
En 1948 Smith siguió el trabajo diario de un
médico en una pequeña ciudad de las montañas del Oeste. Aunque no se trataba de
una idea nueva, este "Médico rural" (Country Doctor) introdujo una nueva
dimensión de realismo en la narración fotográfica. Su proposición de
humanitarismo anidaba a encontrar nuevas orientaciones en este tipo de ensayo.
En 1951 Smith fue enviado a Londres para cubrir la
información sobre las elecciones inglesas y a continuación viajó a España. En 1.950 la revista americana Life tenía la intención de publicar un reportaje sobre los problemas de aprovisionamientos de alimentos en la España franquista. Life obtiene la autorización del gobierno español con cierta celeridad. Se trata de una revista de reconocido prestigio internacional con varios millones de tirada mensual. El gobierno de Franco consideró que un documental fotográfico visibilizaría los efectos que el bloqueo internacional producía sobre los españoles/as. Por
primera vez desde 1939, el régimen de Franco había comenzado a permitir la
entrada de periodistas extranjeros en el país. Después de dos meses y casi diez
mil kilómetros de ruta, e! fotógrafo centró su labor en torno a la pequeña aldea
de Deleitosa. "Aldea española" (Spanish Village) es un estudio sobre una
cultura y una forma de vida aún ligadas a los ciclos de producción agraria,
sobre unas gentes habituadas a los más duros trabajos físicos. Las crudas
imágenes y los textos de esta obra fueron elogiados tanto por e! público como
por la crítica.
Eugene Smith entra en Hendaya el 5 de mayo de 1.950. Viene acompañado por su ayudante, el fotógrafo norteamericano Ted Castle, y una intérprete francesa que hablaba español e inglés, Nina Peinado. El fotoreportaje debía reflejar el régimen. Pero la intencionalidad de Smith era política, como buena parte de sus reportajes : “voy a intentar entrar en un pueblo español a fin de describir la pobreza y el miedo engendrado por el régimen franquista. Espero realizar el mejor reportaje de mi carrera” parafraseando las misivas que escribía a su madre. En su travesía durante 63 días,incluye lugares como Guernika, Lekeitio, Pueyo, Cervera, Castellgalí, Barcelona, Valencia, Buenache de Alarcón, Toledo, Madrid, Valverde, Almagro, Moral de Calatrava, Valdepeñas, Carboneros, Huétor, Tajar, Rofrío, Málaga, Benamejí, Encinas Reales, Lucena, Córdoba, Carmona, Olivares, La Palma del Condado, Mérida, Miajadas, Santa Cruz de la Sierra, Talavera de la reina, Trujillo, Jaraicejo, y finalmente Deleitosa. En total realizó 2.201 fotografías de las cuales 1.575 corresponden al pueblo de Deleitosa en la provincia de Cáceres.
Existen varias versiones sobre la elección del lugar para la realización del reportaje. Smith buscaba un pueblo cualquiera, una comunidad que expresase de forma sintética su idea de España. A Nina Peinado le llamó la atención el nombre de “Deleitosa” que probablemente tradujo de Delightful, un lugar delicioso. Irónicamente el origen del nombre del pueblo se refiere a “delito”, lugar donde se ajusticiaban a los reos. Otra versión considera que el artículo de “Meditación ante un pueblo sin nombre” de Gómez de la Serna, publicado en el periódico Abc en mayo de 1.950, inspiró a Smith a buscar el pueblo en la región de Extremadura.
La combinación de las circunstacias anteriores, el cansancio acusado por las precarias condiciones en que se encontraban las vías de comunicación y el tiempo y los recursos invertidos hasta el momento confluyen en la elección de Deleitosa como pueblo laboratorio para desarrollar las intenciones del fotógrafo.
En el mismo año 1951, Smith pasó algunas semanas
en el sur de los Estados Unidos siguiendo la actividad de Maude Callen (Nurse
Midwife), una enfermera y comadrona de color que se dedicaba a proporcionar
cuidados, salud y bienestar a los millares de habitantes de una zona rural muy
pobre. El retrato de Maude que realizó Smith era una afirmación sosegada del
valor que demostraba este personaje frente a la discriminación, el fanatismo y
la pobreza. La dedicación, la competencia y el carácter de esta mujer
impresionaron de tal forma al fotógrafo que él solía decir de ella: "es la mejor
persona que he conocido".
Entre 1952 y 1954 trabajó en ocho servicios para
Life de los que tan sólo concluyó seis. Su situación en la revista era tensa
debido a cierta sensación de frustración, ansia y confusión. En 1954, tras
largas discusiones sobre la compaginación del reportaje "Un hombre de caridad"
(A Man of Mercy), dedicado al doctor Albert Schweitzer y a su trabajo en África,
Smith presentó su dimisión en Life.
En 1955 entró en la Magnum. Aceptó el encargo de
realizar varios cientos de tomas en Pittsburgh, centro de la industria pesada
norteamericana, para ilustrar uno de los capítulos de la historia de la ciudad
que estaba preparando Stefan Lorant. Su trabajo superó los límites financieros
inicialmente previstos: Smith tomó una enorme cantidad de fotos en un intento
de reflejar la gran complejidad de este centro industrial. Trabajó con
dedicación exclusiva en este encargo durante casi dos años, realizando unas
siete mil pruebas de imprenta tomadas de quince mil negativos. Al seleccionar,
estudiando y reestudiando un infinito número de combinaciones, las dos mil
imágenes que constituían "su" reportaje sobre Pittsburgh, atribuyó un valor y
una significación insólitos a la conclusión del proyecto. Posiblemente estaba
valorando en exceso su primer trabajo fuera de Life. En 1958, tres años después
del inicio de aquel "pequeño" servicio, Smith publicó su versión del encargo:
ochenta y ocho fotografías en treinta y dos páginas de! 1959 Photography Annual.
La obra tuvo escasas repercusiones. Smith aceptaba
su derrota en una carta enviada al director: "Me veo obligado a afrontar no
solamente lo desacertado de mi esfuerzo sino también el precio que he pagado y
deberé pagar por él... Aún peor, el trabajo ha resultado fallido por sí mismo, a
pesar del esfuerzo de una revolución ... No he tenido la fuerza suficiente para
terminar el proyecto Pittsburgh ... ". Con todo, el reportaje es un excepcional
documento sobre la visión que de la ciudad tiene este singular artista y
constituye, al mismo tiempo, un heroico esfuerzo por ampliar los métodos de
narración fotográfica llevados a una dimensión de reportaje social y de poesía.
En aquellos tres años, Smith, se había convertido
en un salvaje; había agotado sus recursos financieros y su salud emocional y
física. Su vida familiar era un fracaso, su carrera no progresaba y sus
sentimientos se encontraban en un estado caótico. En 1957 dejó a su familia y se
trasladó a una buhardilla acondicionada como estudio en la zona comercial de
Manhattan. Aquel ruinoso y sucio edificio tenía una ferretería en los bajos y
albergaba en el resto de los pisos a un compositor de jazz, un pintor y un
cineasta.
Smith trabajó con esporádicas interrupciones en
aquel desván durante los diez años siguientes y entró a formar parte de aquel
ambiente duro y agotador, aunque estimulante, en el que se integraban los
habitantes de las buhardillas neoyorquinas en los años cincuenta. Cooljazz,
escritor de la generación Beat y la escuela neoyorquina de pintura abstracta
eran otros componentes de aquel ambiente que provocaría más tarde un impacto
cultural de dimensiones mundiales. Los artistas que pertenecían a este ámbito
rechazaban los ideales de una nación invadida por la segregación y la
discriminación racial y por la represión y el miedo a la guerra fría y a la
posibilidad de un conflicto nuclear. Se trataba de personas desconfiadas que,
encerradas en sí mismas, despreciaban las excelencias de la forma de vida de la
middle-class americana. Smith vivió y participó en estos ambientes y en estas
concepciones éticas compartiendo una energía creativa que en ocasiones se
agotaba, empujándole al consumo de alcohol y anfetaminas. Durante este período
"intenso y creativo sintió "una maravillosa sensación de expansión interior
para ver y para comprender...".
Su arte continuó evolucionando pero, aunque aquél
fue un período de gran intensidad creativa, su carrera y su reputación
profesional se vieron considerablemente afectadas. A pesar de ello consiguió
mantenerse a base de encargos comerciales que no aportaron a su arte elementos
creativos de importancia. La excepción más destacable es el viaje que realizó a
Haití a finales de 1958 y durante 1959 para documentar la organización de un
proyecto psiquiátrico y la construcción de un sanatorio para enfermos mentales
en la isla. En cualquier caso estos trabajos no le permitían cubrir los gastos
de sus obras.
En diciembre de 1960 Smith fue recibido por el
especialista en relaciones públicas Richard Okamoto, quien le sugirió que
viajara al Japón para realizar las fotografías del informe anual de la
gigantesca sociedad industrial Hitachi. Para Smith aquella oferta debió ser algo
similar a una suspensión de condena. Suponía la oportunidad de recuperar su
prestigio profesional. Smith y su acompañante, Carole Thomas, llegaron a Japón
en septiembre de 1961. Como siempre, su trabajo se prolongó más allá del tiempo
inicialmente previsto, y el fotógrafo permaneció en Japón durante casi un año.
De nuevo había asumido un encargo, el informe anual de una industria, y con su
fuerza de voluntad, su energía y su creatividad había transformado una pequeña
oportunidad en un testimonio de su fe en la humanidad de las personas.
Durante el resto de la década de los sesenta Smith
intervino en otros proyectos, la mayor parte de los cuales resultaron ser
desilusiones. Pasó más de un año intentando crear una revista de fotografía
titulada Sensorium pero perdió el apoyo financiero antes de conseguir
publicada. Trabajó como editor adjunto en la revista Visual Medicine, que
desaparecería poco tiempo después. Fotografió también varias manifestaciones
populares de protesta contra la presencia norteamericana en Vietnam. En 1968
firmó un contrato con Aperture para realizar una monografía en torno a su obra
y se lanzó al extenuante esfuerzo de montar una exposición antológica sobre toda
su carrera. W Eugene Smith: His Photographs and Notes se publicó en 1969. A
continuación, y a través de Cornell Capa, le llegó la proposición de organizar
una gran exposición retrospectiva que llevaría el título de Let Truth he the
Prejudice y se celebraría en el Museo Judío de Nueva York. Smith empleó todos
sus recursos para preparada, ocupando así todo su tiempo hasta 1971.
En 1970 llegó a la buhardilla neoyorquina una
joven norteamericana de ascendencia japonesa: Aileen Mioko Sprague. Le ayudó a
completar su retrospectiva y se convirtió en su segunda esposa. En otoño de
aquel año Kazuhiko Motomura, de la editorial Yugensha, le propuso llevar la
gran exposición a Japón. También le sugirió que se trasladara él mismo a aquel
país durante algunos meses para fotografiar la ciudad de Minamata, en la que
algunos de sus habitantes luchaban para obtener una indemnización por una
terrible enfermedad debida a la contaminación que producía una industria
química.
El matrimonio Smith se trasladó a Minamata y
comenzó a trabajar en un proyecto de lucha y apoyo a las víctimas de la
enfermedad, que duraría tres años. Sus apasionantes e intensas fotografías
ilustraron numerosos artículos y mostraron el problema de Minamata al Japón y
al resto del mundo. Aquellas imágenes tenían mucha más capacidad de transmisión
que las crónicas de los diarios y las frías estadísticas. Ponían de manifiesto
inmediatamente, con un fortísimo impacto, la dimensión humana.de aquellos
hechos, la trágica destrucción de la vida, el dolor y la increíble valentía de
aquellas gentes que vivían a la sombra de las estadísticas.
A aquellos fatigosos tres años siguieron otros dos
de preparación y montaje del libro Minamata, publicado en los Estados Unidos en
1975 y en Japón en 1980. La obra sorprendió en todo el mundo y con ella Smith
recuperó la enorme masa de público que había perdido, años antes, al abandonar
Life. Aún más importante para el fotógrafo fue el hecho de que con Minamata dio
a conocer a millones de personas de todo el mundo la realidad del peligro y los
trágicos daños que produce la contaminación industrial.
"La fotografía es solamente una débil voz
-escribió Smith- pero a veces, tan sólo a veces, una o varias fotos pueden
llevar nuestros sentidos hacia la conciencia; las fotografías provocan en
ocasiones emociones tan intensas que llegan a actuar como catalizadores del
pensamiento. Alguno de nosotros, o tal vez muchos, pueden verse empujados a
atender a la razón, a encontrar una manera de enderezar lo que está torcido e
incluso a conseguir la intuición necesaria para hallar la curación de una
enfermedad. Los demás pueden tal vez advertir una sensación de comprensión o
compasión hacia aquéllos cuya vida es extraña a la nuestra. La fotografía es una
débil voz. Una voz importante en mi vida, aunque no la única, y una voz en la
que tengo fe. Si está bien ideada, en ocasiones funciona. Es por ello por lo que
yo y Aileen hemos realizado las fotos de Minamata."
A partir de entonces, y durante los dos años
siguientes, Smith, ya enfermo, se dedicó a ofrecer una larga y agotadora serie
de entrevistas, apariciones en televisión, conferencias y seminarios. En 1977
aceptó el puesto de catedrático de la Universidad de Arizona, a la que se
trasladó en noviembre. Debía dar clases en los cursos de fotografía, organizar
la gigantesca y anárquica mesa de material que recogía el trabajo de toda su
vida y cumplir el sueño tantas veces anhelado de crear una revista de
fotografía, escribiendo al tiempo un libro autobiográfico. En diciembre, sin
embargo, sufrió un ataque cardiaco casi mortal. Durante el año siguiente su
recuperación fue sorprendente. Aunque muy afectado por el colapso, intentó con
obstinación reiniciar sus numerosas actividades, sobrepasando cada vez con más
intensidad el límite de sus fuerzas. Finalmente el 15 de octubre un segundo
ataque cardiaco puso fin a su vida. Smith murió tal como había vivido,
exigiéndose a sí mismo más de lo que los demás esperaban de él.