Cuando por fin cambió de postura y me descubrió al otro lado del escritorio, hizo un gesto de fastidio con los labios y tapó el auricular con una mano.
– ¿Qué quieres, Malena?
– Necesito hablar contigo de algo importante.
– ¿Y no puede ser dentro de un rato? Tengo muchas cosas que discutir por teléfono.
– No, papá, tiene que ser ahora.
Masculló sus últimas palabras entre dientes, como si fueran insultos, pero se removió en la silla para darme la espalda y despidió de prisa a su interlocutora, asegurándole que volvería a llamar enseguida...
– Verás, papá, este verano voy a cumplir diecisiete años…– intentaba improvisar, pero él echó una ojeada a su reloj y, como de costumbre, no me dejó terminar.– ¿Qué quieres, Malena?
– Necesito hablar contigo de algo importante.
– ¿Y no puede ser dentro de un rato? Tengo muchas cosas que discutir por teléfono.
– No, papá, tiene que ser ahora.
Masculló sus últimas palabras entre dientes, como si fueran insultos, pero se removió en la silla para darme la espalda y despidió de prisa a su interlocutora, asegurándole que volvería a llamar enseguida...
Uno, si quieres dinero, no hay dinero, no sé en qué coño os lo gastáis. Dos, si te quieres ir en julio a Inglaterra a mejorar tu inglés, me parece muy bien, y a ver si convences a tu hermana para que se vaya contigo, estoy deseando que me dejéis en paz de una vez. Tres, si vas a suspender más de dos asignaturas, este verano te quedas estudiando en Madrid, lo siento. Cuatro, si te quieres sacar el carnet de conducir, te compro un coche en cuanto cumplas dieciocho, con la condición de que, a partir de ahora, seas tú la que pasee a tu madre. Cinco, si te has hecho del Partido Comunista, estás automáticamente desheredada desde este mismo momento. Seis, si lo que quieres es casarte, te lo prohíbo porque eres muy jóven y harías una tontería. Siete, si insistes a pesar de todo, porque estás segura de haber encontrado el amor de tu vida y si no te dejo casarte te suicidarás, primero me negaré aunque posiblemente, dentro de un año, o a lo mejor hasta dos, termine apoyándote sólo para perderte de vista. Ocho, si has tenido la sensatez, que lo dudo, de buscarte un novio que te convenga aquí en Madrid, puede subir a casa cuando quiera, preferiblemente en mis ausencias. Nueve, si lo que pretendes es llegar más tarde por las noches, no te dejo, las once y media ya están bien para dos micos como vosotras. Y diez, si quieres tomar la píldora, me parece cojonudo, pero que no se entere tu madre.
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