"-Otra vez te he salvado la vida, necio bastardo. - Dijo Weary a Billy, en el hoyo.
Había estado salvándole la vida continuamente. Con el muchacho era absolutamente necesario echar mano de la crueldad, pues él no hubiera dado un solo paso para salvarse. En efecto, Billy quería abandonar. Hacía frío, hambre, aturdimiento y era incompetente. Para él, en aquellos momentos apenas existían diferencias entre estar dormido o estar despierto; ya no distinguía entre andar o quedarse quieto. Deseaba que todo el mundo le dejara solo. «Muchachos, continuad sin mí», repetía una y otra vez. La guerra era una cosa tan nueva para Billy como para Weary. Porque también éste era un sustituto. formaba parte de una batería de artilleros, pero solamente había ayudado a disparar un proyectil, en un cañón antitanque de 57 milímetros. El cañón hizo un sonido desgarrado, como si se hubiera abierto la cremallera de la bragueta del Dios Todopoderoso, y barrió la nieve llevándose por delante la vegetación. El disparo, dio en el blanco, pero la huella dejada en el suelo mostró con toda exactitud a los alemanes el camuflado escondrijo del arma. El tanque «Tigre» a quien iba destinado el cañonazo giró lentamente su hocico de 88 milímetros, vio el rastro en el suelo y disparó. Murieron todos los de la batería menos Weary. Así fue."
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