Llamamos amuleto a cualquier objeto empleado con fines mágicos. Con frecuencia suele ser una piedra, o un trozo de metal, con una inscripción grabada. Se lleva normalmente colgado del cuello para protegerse de la enfermedad o la brujería. Los antiguos egipcios usaban amuletos en forma de collar. Entre los griegos recibía el nombre de phylaktērion. Los amuletos judíos, tiras de pergamino que contenían pasajes de la Ley, eran empleados por la Escuela Farisaica como símbolos de piedad, pero también se usaban para protegerse de los malos espíritus o alejar la desgracia.
El uso de amuletos pasó a la Iglesia cristiana con la inscripción de ichthys (en griego ‘pez’), nombre que contenía las iniciales correspondientes a las palabras griegas de Jesucristo, Hijo de Dios, El Salvador. Los gnósticos usaban piedras abraxas, gemas que llevaban inscrita esta palabra griega. Los amuletos se convirtieron en un objeto tan común entre los cristianos que en el siglo IV se prohibió al clero su fabricación o uso bajo pena de quedar privados de sus órdenes sagradas; en el año 721 el uso de amuletos fue condenado de forma solemne por la Iglesia. Con el desarrollo de la astronomía árabe, el amuleto astrológico, o talismán, se hizo cada vez más popular. El uso de amuletos es una práctica casi generalizada en todo el Oriente Próximo.
Los amuletos, en general, son objetos que en virtud de una cualidad inmanente tienen el poder de proteger al portador de ataques sobrenaturales. Se distingue, según Salinas, entre amuletos profanos (de origen musulmán o judío) y religiosos.
Las pulseras de coral, las higas o manos de Lourdes poseen cualidades que desvían la mirada. El ajo es recurso también para mantener alejadas a las brujas y las malas influencias. Suelen aparecer como un componente entre otros del saco de amuletos, que se cuelga al cuello con un cordón.
Los dientes y la mandíbula del erizo dan miedo y ellos hace que el portador tenga una relación mágica, solían utilizarlo para fomentar el crecimiento de los dientes. El efecto ahuyentador de las mandíbulas y las garras de animales se basa en que simbolizan el todo por la parte. Los animales enteros se emplean rara vez, y se presentan más raramente aún. La pata de tejón se utilizaba para la protección de la mano.
Las higas o mano de Lourdes son amuletos ahuyentadores. Muestra un gesto de la mano que simboliza el acto sexual. Se considera una de las mayores ofensas y tiene, por ello, un gran efecto ahuyentador.
Los amuletos en forma de media luna o de luna son indicadores de un culto a la luna por influencia celta o bien contra el mal del alunado.
Los amuletos en forma de cuerno son un símbolo fálico.
El emblema o sello de Salomón, el pentagrama, o bien el movimiento de la mano que lo indica, ahuyentan el daño o el mal de ojo. Este emblema procede de la cultura cabalística.
Salillas cuenta entre otros amuletos religiosos la sal y el pan.
Las medallas, estolas sacerdotales, cruces, reliquias y rosarios se les atribuye un papel curativo, no poseen un carácter preventivo. Los Evangelios también han sido considerados como amuletos curativos.
Las plantas medicinales en muchos casos debían recogerse de una forma especial, en un lugar y en un tiempo determinado. La recolección debe realizarse cuando los principios activos de la planta están maduros. Por lo general, se debe proceder al secado de los vegetales lo más rápido posible, de forma que no fermenten los azúcares que contienen, aunque hay que tener en cuenta que las hierbas secas poco a poco van perdiendo sus propiedades. Las flores deben cogerse recién abiertas y secarse con papel limpio; las hojas deben recolectarse antes y durante la floración y extenderse sobre un papel o rejilla; las plantas enteras deben ser despojadas de las hojas marchitas y los restos de tierra; las semillas y frutos no suelen necesitar ningún tratamiento; y las cortezas y raíces se deben tomar de ejemplares jóvenes.
Diversas formas de preparar la planta:
● Infusión: calentar agua y añadir la parte de la planta necesaria en el primer hervor. Seguidamente se aparta del fuego, se tapa y se deja reposar unos minutos. La infusión una vez hecha no debe hervir. Se suele preparar con las partes jóvenes de la planta, como hojas, flores y semillas.
● Decocción: proceso por el cual la planta se hierve en agua durante un periodo de tiempo determinado. Se usa este procedimiento con las partes más duras, como corteza, hojas coriáceas, raíces y tallos.
● Reducción: si la cocción se lleva a cabo durante más de 20 minutos, se produce la reducción. Se emplea para principios activos que resisten el calor y de los que se necesita, por su escasa proporción, una mayor concentración.
● Maceración: consiste en dejar reposar las plantas en agua fría durante algunas horas. Sirve para extraer principios activos inestables frente al calor pero solubles en agua.
● Tintura o vinos medicinales: es la maceración hecha en alcohol y normalmente lleva una parte de la planta por cinco de alcohol. Se usa si los principios activos no se disuelven bien en agua o son de sabor desagradable, empleándose generalmente planta seca. Son muy conocidos los vinos de quina o el aguardiente de endrino (pacharán).
● Jarabes: son disoluciones de azúcar en agua a las que después se les añade la planta.
● Zumo: directamente se trituran las plantas frescas y luego se tamiza el líquido.
● Aceites medicinales: al igual que el alcohol, el aceite es otro de los disolventes más usados. De hecho hay ciertas plantas que transfieren mejor sus principios activos al aceite. Son los más utilizados para uso externo (friegas, masajes o untes).
● Cataplasmas o compresas: se hacen hirviendo la planta o sometiéndola a la acción del agua. Las plantas hervidas se envuelven en paños delgados que se sitúan sobre la zona a tratar.
● Vahos: se preparan con hierbas aromáticas, las cuales se hierven en agua. El vapor que se desprende del recipiente una vez retirado éste del fuego, es el que debe ser inhalado.
Los principios activos de las plantas, a los que hay que atribuir sus efectos curativos, pueden utilizarse en el tratamiento de gran número de enfermedades o dolencias. A continuación se dan algunos ejemplos de las propiedades medicinales de las plantas, así como de algunas de las especies vegetales que presentan estas propiedades:
● Pectorales y antitusivas: fárfara (Tussilago farfara), amapola (Papaver rhoeas) y malva.
● Tónicas y digestivas: la salvia, el orégano, el poleo, la hierba luisa, la genciana, la angélica o el ajenjo.
● Laxantes: el acebo, el algarrobo, la cuscuta o el polipodio.
● Diuréticas: el apio, el perejil, el limonero o el equiseto Equisetum telmateia.
● Abortivas: corona del rey, sabina, tejo o azafrán.
● Hipnóticas: majuelo, tilo, valeriana, lúpulo o naranjo.
● Antireumáticas: rododendro, estramonio, espliego o judía.
● Vermífugas: ontina, tomillo, nogal o tanaceto.
● Vulnerarias: hipérico, vulneraria o aliso.
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