28/2/11

Medicina Popular (Siglos XV, XVI, XVII) (II): Enfermedades y Especialistas



► Mal de Aire, enganido, a sombra, mal de ojo.

Se entiende como mal de aire un complejo de ciertas enfermedades con un trasfondo mágico, que afectaban preferentemente a los niños, el mal de aire recibe su nombre al aire, que transmite una emanación infecciosa. Esta tiene su origen en determinadas personas u objetos.

Las causas de la enfermedad son diversas: animales, personas, muertos, astros y objetos. La gente creía que esto se debía un poco a la brujería, así como a los espiritus de los muertos y con los lugares donde se manifiestan ambos. Las encrucijadas, las puertas y las tumbas son el punto de encuentro preferidos por las brujas y los muertos. Asimismo a estos lugares también se les atribuye poderes curativos.Los síntomas médicos que se han podido constatar son muy inconcretos. Van desde las típicas manifestaciones de una alimentación deficiente, consunción, alteraciones de la piel, tuberculosis, falta de apetito, hasta el resfriado.

Para el inicio de la curación se evitaban los animales peligrosos, se efectuaban rituales de limpieza con humo y se empleaban amuletos. Estos rituales los hacían personas sabias, lograban vencer la angustia trasmitida por el niño a los padres. Para asegurarse que era mal de aire o mal de ojo se echaban hojas de laurel en un recipiente de aceite y de su movimiento, si se hunde o no, se sacan conclusiones sobre la presencia de mal de aire. En caso de sospecha de mal de aire, se frota un huevo crudo con cáscara sobre el vientre. Si al abrir el huevo, el interior era de color rojo, la causante del mal habría sido una mujer menstruante.

Había diversas formas de curar al niño, entre otras, la conocida como cortar el aire, donde una sabia corta una cinta sobre el cuerpo del niño mientras por su boca salen palabras de un conjuro. Otro forma de cortar el aire era atar al niño en una cruz de un camino de noche, si era desatado por un desconocido y mientras lo soltaba decía un diálogo determinado, la madre y el niño podían marchar a casa en silencio por otro camino.

El mal de ojo podía ser causado por tres factores: la relación con la envidia de los vecinos, la relación con la pérdida de la gracia y la relación con la mujer como autora. La pérdida de la gracia esta relacionada con el destino individual, puede transmitirse por nacimiento, por herencia, pecado, daño, maldición, encantamiento o castigo. En muchas ocasiones se cita como consecuencias la muerte, diversas enfermedades, la desgracia, la locura, la inversión en las acciones, la falta de apetito, la parálisis, cambios de conducta y los piojos. En general delata conflictos personales –depresiones-, alimentación deficiente –raquitismo-, trastornos de la nutrición, por lo que remiten al contexto socioeconómico.

Posiblemente el origen se remonte a la sospecha de que personas dedicadas a la brujería o a la hechicería que tuvieran alguna característica específica en los ojos eran capaces de provocar desgracias, enfermedades, e incluso la muerte a aquellos a quienes miraban. En cualquier caso, de todos los órganos del cuerpo, el ojo ha ejercido siempre un poderoso atractivo como fuente de toda especie de supersticiones, tanto por el poder de la mirada, como por poseer alguna malformación, o debido a su forma o color.

Para el diagnóstico se usaban diversos métodos entre otros la prueba del aceite, además la sabia podía enterarse de si había mal de ojo con ver una prenda usada del enfermo y realizar un exconjuro. También las echadoras de cartas podían llegar a este diagnóstico. Para prevenir y también con efecto terapéutico contra el mal de ojo se utilizaban amuletos, medallas de santos, bendiciones, los conjuros e incluso, golpear e intimidar al causante en un sentido simbólico. Hay ritos de limpieza del alma y otros ritos con fines curativos con la simbología cristiana y mágica: velas, oraciones, cruces, agua bendita, ajo, repeticiones, etc.
 
Otras terapias curativas se realizan quemando la prenda del enfermo y éste beberse las cenizas de la prenda en un caldo o bien se frota el enfermo con una planta, luego se arroja la planta al tejado de la casa y, mientras se seca la planta, desaparece la enfermedad, también se ahuma al enfermo con tres hojas de olivo, hierbas de San Juan, tres granos de sal y tres gotas de aceite.

Se teme a los gitanos, sobre todo, como causantes potenciales, ya que se dice que sus maldiciones se cumplen inmediatamente. Muchos creían que con sólo una mirada te podían causar mal de ojo.

El mal de ojo se relaciona también con la creencia de que mirar a alguien que tenga lo blanco del ojo muy grande trae mala suerte, así como ser mirado por alguien con nubes, cataratas u opacidades, o simplemente ser envidiado por alguien que mira a su víctima con “malos ojos” o malas intenciones es motivo de desgracias.

Popularmente se considera que las víctimas más propicias del mal de ojo son los niños pequeños, aunque los mayores y adultos no están exentos de padecerlo. En los primeros se manifiesta con llantos prolongados, enfermedades recurrentes o inquietud inexplicable; en los mayores, por una serie de infortunios y desatinos, así como por un desasosiego generalizado.


► La Celestina, la bruja urbana. El hechizo amoroso.

A este tipo de bruja, que está próxima a las tradiciones de la hechicería y con prácticas mágicas, en general, en forma, de bebedizos, muertes, curanderismo,  conjuros, encubrimiento, alcahueteo. Es especialista en la causa y curación de enfermedades. Se le atribuye sobre todo enfermedades infantiles y ginecológicas.

La celestina en los hechizo amorosos actúa como hechicera, se dedica a preparar bebedizos (filtros amorosos, aliños amorosos), que han de ligar al hombre (que toma el bebedizo mezclado con los alimentos o las bebidas) a una mujer determinada. El componente más eficaz y más importante es la sangre menstrual de la mujer, junto con otros componentes con efecto tóxico y de encubrimiento.

Las sobredosis tienen determinadas consecuencias : el hombre queda atontado, que es demasiado dependiente de la mujer. Pierde el control sobre la mujer, quien también, como esposa, emplea conscientemente bebedizos para hacerle ciego frente al adulterio. No se mencionan medidas preventivas, excepto el cuidado en la invitaciones a comer.

Pitt-Rivers destaca el uso selectivo de tales bebedizos: las sabias los preparan sólo para novios poco antes de su boda, cuya conducta social se valora como aceptable, es decir, teniendo en cuenta consideraciones morales. La enfermedad de estar aliñado muestra, así pues, componentes sociales. Se han transmitido recetas que pueden tener cierto efecto farmacológico.

Esta práctica ha sido, y sigue siendo, desvalorizada y perseguida como alcahuetería, ya que su uso no tiene que limitarse necesariamente al futuro cónyuge. Castillo de Lucas interpreta el hechizo amoroso como embrujamiento: una bruja o sabia, ejerce prácticas de encantamiento, en virtud de las cuales el embrujado se transforma drásticamente.


► Especialistas de la Curación.

Las competencias de hombres y mujeres en la curación de determinadas enfermedades están muy marcadas. Así sabias, entendidas, brujas y meigas son consideradas causantes, y al mismo tiempo especialistas en el tratamiento del mal de aire, mal de ojo y de algunas formas de brujería. Es decir, que a las especialistas se les atribuyen, fundamentalmente, los terrenos en las enfermedades infantiles, con causas mágicas, la magia amorosa, etc. Esto corresponde, en cierto sentido, al papel social de la mujer, caracterizado por la asistencia para el bienestar anímico y corporal de los miembros de la familia.

La variedad de denominaciones que reciben las especialistas se pueden clasificar según el criterio del fundamento de su saber y de los objetivos de sus prácticas. Poseen un saber esóterico , y a veces un poder divino o gracia que le posibilita sus éxitos curativos. Sin embargo, emplean sus prácticas y poderes para objetivos diversos.

Dependiendo de si es causante o curandera, se le designa un nombre meiga/bruja o sabia. En su papel de curandera aspira a revestirse de un aura santa (en la ornamentación y simbolismo de los rituales y en los objetos que utiliza).

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